Una Rosa y sus Espinas

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Introducción: Holaa!! Un día mas aquí. Es un aburrido domingo, por lo que posiblemente este corrigiendo. No saben lo emocionada que estoy por retomar esta historia. ¿Ya es hora de escribir lo inevitable no? Cuatro años de espera suenan cómo suficiente sufrimiento. Espero les guste el capítulo, con mucho amor.

Delfy.

Capítulo 35

Una Rosa y sus Espinas

Victoria

Cuando regresé a la cocina, Inés me miraba con una mezcla de intriga y extrañeza.

-. ¿Todo bien, linda? Te ves pálida. - Se acercó preocupada.

Asentí lentamente. Mi cabeza aún seguía girando. Drave tenía novia. Una novia reciente, la cual era celosa. Todo hacía sentido, pero había algo en mí que no se lo creía completamente. Cada palabra que había dicho resonaba en mi mente, pero no lograba encajar del todo. Su actitud, la forma en la que me miraba, todo apuntaba a otra cosa. Sentía que había una pieza faltante en el rompecabezas.

-. ¿El cabeza hueca de mi nieto dijo algo? - Preguntó Inés, levantando una ceja con sospecha.

-. ¡Abuela! - Se defendió Tyler quien comía la mezcla cruda del pastel.

-. Hablo de tu hermano, cielo. Y deja ya de comer eso, ¡Te dará dolor de estómago! No p-

La conversación con Drave seguía repitiéndose en mi cabeza. No era más que su amiga, pero él se había abierto a mí, dejándome invadir su espacio, su casa, conocer a su familia. Eso es lo que haría una novia. Me sentí automáticamente mal por la chica. Yo también estaría celosa si alguien se tomara todas esas libertades con mi novio.

Quizás Drave se había sentido incómodo conmigo, y por eso habría estado tan raro cuando llegó.

Todo cobraba sentido y necesitaba salir de ahí.

-. Debo irme. Pero fue realmente encantador hornear contigo, Inés. - Agradecí, tratando de mantener una sonrisa mientras mi corazón latía con fuerza y mis pensamientos seguían enredados.

-. Oh querida, lo mismo digo. ¿Pero porque tan temprano? - Preguntó con cautela.

-. Me acaban de surgir unos pendientes en casa. Pero prometo hornearte un pastel como agradecimiento por tu ayuda. - Le sonreí, intentando ocultar mis emociones.

-. Mmm, pamplinas. Te daré un trozo, así pruebas lo que hicimos. - Salió corriendo hacia la cocina.

En menos de un minuto volvió y me entrego una bolsa de tela.

-. Hay un recipiente dentro, te puse tres trozos. Así también puedes invitarle a tu mamá.

-. Muchas gracias Inés. Y realmente lamento no poder quedarme. - Me disculpé sinceramente.

-. No hay problema, pero me debes una tarde del té. - Me guiño un ojo con una sonrisa cómplice.

-. No lo olvidaré. ¡Adiós Ty! - Me despedí y salí por la puerta trasera.

Mientras caminaba por su jardín hacia la calle, sentí un nudo en el estómago. Todo lo que Drave había dicho allí arriba seguía haciendo eco en mi cabeza. Es casa, esas personas, se sentían como un refugio, y era ridículo porque podía contar con los dedos de una mano las veces que había estado allí. Pero entonces, con la revelación de Drave, todo se había vuelto confuso y doloroso. Me hacía sentir cómo una intrusa.

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