"Pequeña Tormenta E Insetil"
—Una preciosa noche estrellada — comentó mirando hacia el bello paisaje que nos proporcionaba estar en la punta de la rueda de la fortuna — ¿has pensado en qué harás después de todo? — preguntó dejándome pensativa unos minutos.
—Creo que terminar los estudios, mi madre quiere que sea alguien en la vida, siempre me recuerda lo importante que es tener un título profesional — respondí, todavía con la hermosa vista ante mí, pasó un tiempo y volví a hablar — ¿Tu qué harás? — solté de la misma manera.
—Seguir huyendo, no puedo hacer nada más — musitó — prometo venir, estar contigo de vez en cuando, pero no esperes que sea seguido como antes, no quiero ponerte en riesgo — puntualizó, mirándome por un momento, antes de volver a mirar hacia el paisaje.
—Ahora que las cosas están mal debes cuidarte, no quiero que nada te suceda, prometo llamarte — finalicé en un susurro.
Estuvimos en varios juegos más, disfrutamos del parque tranquilos, sin interrupciones con la luna siendo testigo de nuestra última noche juntos.
—Entonces, mañana es el día de tu partida — susurré pensativa, tratando de que mi ser lo acepté, todavía me parece irreal.
—Así es y no hay nada que hacer, deberías estar feliz — respondió con simpleza — tu misma me dijiste cuando nos conocimos que era un parásito que no querías en tu vida — alegó dejando a relucir una pequeña sonrisa burlona.
—Pues claro, tu ego estaba tan en el cielo que me daban ganas de tirarte de un acantilado — mascullé, poniendo los ojos en blanco.
—Y yo te dije, más bien, prometí que te tiraría primero de ese acantilado — comentó a lo que ambos nos reímos — ¿Por qué me odiabas tanto? — preguntó entre risas.
—Porque quería un enemigo y justo apareciste en mi camino, creyéndote el dueño hasta del aire — respondí con tranquilidad, de hecho, así fue, quería hacerle la vida imposible a alguien y justamente apareció él con su egocentrismo en las nubes, sus ganas de sacarme de quicio, pero, sobre todo, su misteriosa actitud palpó mi curiosidad.
—Tengo una sorpresa para ti, pequeña tormenta — dijo serio para asustarme, evocando la última vez que me "sorprendió" y vaya que así lo fue, sin embargo, esta vez era diferente, tenía un brillo inusual en los ojos, sin nada de burla, que me dio a entender que estaba emocionado.
—Dime que esta vez no quieres acabar con mi vida — supliqué, dando a entender que el último incidente sigue presente en mi memoria, pero sobre todo quería jugar un poco.
—Tal vez si, tal vez no, solo lo sabrás si confías en mí — murmuró, mientras una pequeña sonrisa de burla adornaba su rostro, después señaló su auto y una venda que tenía en la mano izquierda.
—Si tu segundo nombre es desconfianza ¿cómo podría confiar? — comenté poniendo énfasis en la pregunta.
—Prometo no volver a ponerte en peligro, aunque todo estuvo controlado — dijo irónico refiriéndose a su último plan "mata Line".
—Solo porque ya te vas y decidimos no matarnos.
—Buena elección, prometo que te va a gustar — finalizó acercándose para vendar mis ojos, estuve nerviosa en ese momento.
Él me guio al auto y después nos pusimos en marcha, no podía dejar de jugar con mis manos, trataba de adivinar nuestro destino. Arthur se dio cuenta de mi pequeño juego y tomó con cuidado una de mis manos, mientras que con la otra maneja, dándome seguridad al instante.
Pasó alrededor de veinte minutos que parecieron horas para mí, detuvo la marcha, bajó y me llevó hacia el sitio.
—Te voy a quitar la venda — avisó, sentí que todo pasó en cámara lenta.
Todo era tan precioso, Arthur había preparado una tienda grande de acampar con comida y cobijas dentro; afuera se encontraba una fogata sencilla creada con madera y rocas a su alrededor, pero mis simples palabras no le daban el valor que se merece al lugar.
Estuvimos ahí toda la noche hablando banalidades, riendo como locos, disfrutando de la compañía del otro, vimos juntos como la luna abandonó el cielo para dar paso a un bello y radiante amanecer hasta que los ojos me pesaron, me dejé llevar por el sueño y la comodidad de tener a Arthur a mi lado.
La sorpresa fue tan perfecta que estuve a punto de creer que dejó de lado las bromas, pero horas más tarde dejó su grandiosa marca en toda mi melena.
Mi cabello negro terminó medio verde, pero su grito de guerra fue bastante esperado, por lo que, al ser su despedida, yo también preparé un honorable regalo que disfrutaría en el viaje.
Tras el almuerzo llegó la hora de marcharse, por lo que todos a excepción de sus empleados que lo verían después se despidieron. Subió al carro para irse y cuando empecé a perderlo de vista, conté hasta tres donde aplaste el botón que dejaría mi triunfo claro.
Lo había planeado tan bien que asustaba, minutos después de soltar la bomba, mi celular empezó a sonar y acepté la llamada con una sonrisa que parecía sacada de una película de héroes, en mi caso era una villana muy feliz.
—¿Acaso ya me extrañas? — pregunté burlona.
—Te odio, está cosa huele asqueroso — gritó indignado — abran las ventanas que me muero — demandó a sus acompañantes dejándome escuchar el sonido de las ventanas automáticas — Está me la pagas, lo juro — dijo pareciendo enojado mi querido insecto.
—Yo también te quiero, cuídate — comenté entre risas.
—Pronto nos veremos así que cuida tus pasos que nadie se mete con el gran y poderoso Arthur Vásquez, pequeña tormenta — finalizó con un tono malévolo y colgó, pensé que me agradecería ahora llevará su agradable olor todo el camino, en fin, la hipocresía.
Hablamos esa misma noche, disfruté sus quejas de viaje, las maldiciones y las amenazas, pero sobre todo llegamos a un acuerdo; consistía en hablar tres veces a la semana, todo era comprensible él trabajaba y yo estudiaba, además no me consideraba alguien romántica o creativa al momento de mantener una relación, por ello hablar poco hará que pueda decir "te extraño Insetil" (insecto/inútil).
Mi madre pasaba trabajando, casi no estaba en casa por eso no sabe de mi relación con Arthur, pero Clara, mi mejor amiga, sí que lo sabe.
—Déjame lo comprendo, le pusiste las bombas apestosas que me pediste, en el carro en el que viajaría durante más o menos seis horas — dijo riendo — ahora entiendo la confidencialidad del asunto — comentó quitándose las lágrimas que habían brotado de la risa.
—Aunque no fue mucho, si hubieras conseguido súper pegamento — reproche, pero me interrumpió.
—Me comentaste que su maleta todavía no llegaba ¿Verdad? — habló pensativa, a lo que yo asentí — ves ahí está el problema, cuando lleg..... — no pudo terminar porque mi celular comenzó a sonar — pon el altavoz — demandó emocionada y se tapó la boca para no reír, reaccioné al instante, acatando su orden intrigada.
—Hola — dije, contestando a la llamada con el altavoz.
—¡Parece que alguien quiere morir en serio! — gritó furioso al otro lado la línea, ignorando mi saludo, no entendía nada, pero por la mirada de Clara, ella tenia algo que ver con esto, parece que si consiguió el pegamento.
—Parece que alguien no está de buen humor — alegué burlona.
—Oh perdón, estoy muy feliz de que hayas pegado toda mi ropa a la maleta, en serio, te agradezco muchísimo, justo ahorita estaba pensando en cómo podría recompensarte, adiós — finalizó la llamada con varios insultos de por medio.
—Debes agradecerme por mi astucia — canturreo Clara, tras escuchar al malhumorado Insetil, en un movimiento breve alcé mi mano para chocar con la suya, notando al instante la astringencia de sus dedos.
—Usar ese tipo de goma deja unas pequeñas complicaciones — explicó mostrándome mejor sus dedos — pero completaste el plan.
—Increíble trabajo, teniente Clara — dije de forma militar.
—A sus órdenes, mi capitán — comentó Clara siguiéndome el juego.
Tenerla de cómplice es increíble y más cuando quiero molestar a mi amado y supuestamente poderoso Arthur Vásquez. Siempre que quiera guerra la tendrá.
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A Pesar De Todo #1 [Editado]
Teen FictionAdeline Miller, una joven de 18 años que en un devastador accidente de tránsito pierde a su madre, agobiada por las malas noticias decide enfocarse en cumplir promesas pasadas, que realizó antes del accidente, su vida se basa en culminar su último a...