Capítulo 9

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Adeline Miller

"Noticias que destruyen"

Siento mi garganta seca, los ojos pesados al igual que mi cuerpo, necesitaba saber si estaba viva, obligué a mis ojos a abrirse, pero, no lo conseguí porque me pesaban mucho los párpados, intenté mover alguna de mis extremidades, pero seguía sin funcionar pasé varios días intentando, cada cierto momento esa voz a lo lejos me animaba a despertar, lo intentaba porque sentía bastante curiosidad. Soñaba con Arthur, Clara y el accidente.

Una pequeña gota tibia se posó en mi brazo como la última vez, pero en este momento sabía que alguien ahí fuera esperaba por mi recuperación, quizás era mamá o Jade o ambos, pero mis ojos se sentían demasiado pesados como para intentar abrirlos, mi garganta estaba cerrada y mi cuerpo no quería ni moverse.

Sin embargo, toda esa fragilidad se esfumó unos días después cuando descubrí que el chico misterioso me visitaba a diario, se quedaba a mi lado durante horas, me hablaba de su día y se despedía dejándome un beso en la frente.

Con el pasar de los días mi cuerpo se sentía más liviano y mis ojos deseaban abrirse, justo cuando los abrí un chico de ojos grises, me observó conmociono por unos segundos hasta que desapareció apurado, mis ojos se cerraron un poco por la luz, pero después me fui acostumbrando, estaba en una habitación blanca de hospital y la claridad que ingresaba por la ventana a mi lado dejaba como respuesta que era más o menos la hora del almuerzo, después bajé mi mirada por mi brazo donde una aguja estaba incrustada dentro de mi piel y un líquido transparente ingresaba por la misma hacia mi cuerpo. Minutos después miré que un doctor entraba a la habitación acompañada del chico de ojos grises, no pude fijarme mucho en él porque quería saber cómo estaba mamá, pero puedo agregar que he visto aquella mirada en algún lugar.

—Si ya abrió los ojos como usted dice, le haremos algunas preguntas y exámenes para ver si no hay secuelas — informó el médico ingresando a la habitación, me estudió un minuto con la mirada para después empezar a hablar — ¿Cómo se encuentra Señorita Miller? — preguntó mirándome aún con detenimiento.

—Bien — dije y aclaré mi garganta porque se sentía áspera.

—Te traeré un poco de agua — comentó el chico, mientras tanto el médico sacó una libreta.

—Te voy a realizar una serie de preguntas, si no entiendes alguna te la repito y si no sabes te quedas callada — informó.

—¿Cómo te llamas? — preguntó.

—Adeline Miller — respondí con seguridad.

—¿Cuántos años tienes? — cuestionó inmediatamente mientras escribía en su libreta.

—Tengo 18 años — aseguré, mientras el chico se acercaba tendiendo la botella de agua en mi dirección, la acepté y se lo agradecí.

—¿En qué año estamos? — interrogó, tomé un poco de agua.

—2018 — me limité a decir, pero esta vez me apresuré a preguntar — ¿Cómo está mi madre? — el chico salió de la habitación en silencio dejándome junto al especialista.

—Debemos hacer una serie de análisis para que todo esté bien, en poco una enfermera estará aquí — comentó evadiendo mi pregunta, minutos más tarde me llevaron a hacer los análisis, los cuales estarían listos en la tarde para ser revisados por el doctor.

Intenté levantarme e ir a buscar a mi madre, pero una enfermera vio mi acción obligándome a acostarme nuevamente.

—Sus análisis todavía no están, tendrá que esperar acostada — anunció.

—¿Cómo está mi madre? — pregunté apresuradamente, silenciando a la enfermera por algunos segundos.

—¿Usted es Adeline Miller? — cuestionó ella, al ver la hoja que se encontraba pegada al pie de la cama, asentí levemente por inercia — no creo que sea buena idea que le informe aun la situación de su madre, usted acaba de salir de un estado delicado — explicó de manera cortés, pero quería saber cómo estaba ella.

—Permítame saberlo, ella es mi mamá y quiero saberlo para estar preparada, para saber que debo hacer, como cuidarla — suplique con rapidez y desesperación, la enfermera debió comprender mi estado, por ende, soltó la información tratando de ser lo más suave posible.

—El camión impactó contra el lado donde se encontraba tu madre, ella estaba grave y lamentablemente murió antes de llegar al hospital, lo lamento — informó despacio articulando cada palabra, dejándome paralizada, en aquel momento, todo se volvió lento, mi mamá no estaba muerta—en la tarde del día siguiente hubo noticias del extranjero para que recibiera una misa y después fuera enterrada.

—Revisando tus análisis estás en perfectas condiciones quitándole algunos hematomas y pequeños cortes en algunas partes de tu cuerpo, si el conductor no hubiera frenado no tendrías la misma suerte, mañana podrás irte — indicó el doctor — ¿Qué sucede? — preguntó extrañado intentando comprender mi pequeño trance.

—Mi madre...está muerta — susurré temblorosa intentando creerlo, inmediatamente el galeno miró severamente a la enfermera.

—Lo lamento mucho — comentó, retirándose de la habitación junto a la enfermera, todo se repetía en mi cabeza, las palabras, los momentos con mamá.

Empecé a tener una pequeña crisis, entonces, el monitor de signos vitales se alteró, la cabeza me empezaba a doler, pero mi trance estaba presente, sin darme cuenta varios doctores entraron y rápidamente me administraron un tranquilizante.

Mis lágrimas seguían cayendo, no tenía el control de ellas. El dolor me ahogó por un momento hasta que el medicamento empezó a hacer efecto, mis latidos se volvieron lentos, mi cabeza y mi pecho ya no quería explotar, mis ojos se empezaron a cerrar y la tranquilidad se posó para sustituir la tensión de mi cuerpo.

A Pesar De Todo #1 [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora