Ian Wayne
"Charla Y Caos Familiar"
Mientras Ander irritaba a Z, me quedé pensando en lo dicho por Line, desde la noche anterior rondaba por mi cabeza y ahora al escuchar la frase de Ander, la extraña confesión de anoche cayó como una bomba en mis sentidos.
—¿Y tú, Line? ¿Es cierto lo que dijiste? — preguntó — porque sabemos que "Zoecita" está loquita por mí, aunque lo niegue — afirmó mirando a la castaña con el rabillo del ojo, Z estaba sentada en el sillón con los brazos cruzados.
Nadie se salva del inspector Andertini, aunque a veces sea molesto y le habría cortado el rollo, hoy era de esas pocas veces donde le doy las gracias en silencio.
—Ya bésense — sugirió Jay, mirando la televisión y en un movimiento rápido, Z descargo su enojo contra el hombro del pobre castaño, que ahora se lamentaba ruidosamente.
—Ni que fueras mi tipo — dijo fúrica y salió de la casa Z, dejando como nuevo objetivo de Ander a la pelinegra sonrojada.
—¿Te gusta Ian? — preguntó burlón y Line desvío la mirada, tomó aire lentamente.
Está buscando como responder, ella puede llegar a ser tan transparente, que a veces me pregunto cómo logra mentir u ocultar algún hecho.
—No te interesa — respondió mirándolo con firmeza para después volver a desviar la mirada nerviosa, entonces Ander se acercó para susurrarle algo más, haciéndola digna de comparación con un tomate que a mí parecer, ganaría con bastante ventaja y después, sin más que decir, el pelirrojo salió por el mismo camino que usó Z.
Jay se acomodó en el sofá, todavía sobándose el hombro y antes de que yo pudiera hablar, el celular de Line sonó relajándola y reduciendo su sonrojo, pero al pasar los minutos su cara se transformó en una mueca y ahora estaba pálida. Además, la transparencia en su rostro había desaparecido, los muros se alzaron y volvió a ser la chica del colegio.
—¿Qué sucedió? — pregunté preocupado, no buscaba presionarla, pero si quería ayudar.
—Nada, so..lo debo ir a casa.. — tartamudeó y decidí no insistir, entonces tomé las llaves rápidamente.
—Vamos, te llevo — sugerí, alzando las mismas.
—Gracias — aceptó fuera de sí, estaba distante, metida en sus pensamientos.
Todo el camino fue silencioso, al llegar solo se despidió y bajó con rapidez. No llegué a invitarla a una "cita a solas", como Ander insinuó.
Algo le sucede.
¿Qué puede tenerla mal?
Tras dejarla en su casa, me di la vuelta en U, dirigiéndome a mi casa, al abrir la puerta un delicioso olor inundó mi nariz. Mamá se encuentra cocinando.
—¿Ian, eres tú? — preguntó al oír la puerta.
—Hola, mamá — saludé y me dirigí a la cocina.
—¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido, hijo? — cuestionó, empezando a picar las vainitas.
—Bien, he estado un poco ocupado con algunos informes y ensayos — expliqué, quitándole importancia.
—¿Te quedaras a cenar? — interrogó, esperando un "sí", por ende, decidí aceptar su petición ya que desde hace una semana que no he vuelto aquí. Estaba cansado de las peleas absurdas de mamá con su marido.
—¿Te ayudo? — me ofrecí para ayudarla, son muy pocas actividades que nos unen como madre e hijo.
—Pica las verduras — dijo, aceptando mi ayuda, mientras ocultaba una pequeña sonrisa de esperanza, nuestra relación no ha sido la mejor desde que se volvió a casar y empeoró desde la existencia de la casa SUPS, puesto que la mayor parte del tiempo paso allí y más cuando sus peleas son diarias y por tonterías.
—Me alegra que hayas venido, hijo — expresó con voz dulce y serena, rompiendo el silencio que se instauró en la cocina al concentrarnos cada uno en nuestra labor.
—Me gusta pasar tiempo en casa contigo, mamá — comenté sincerándome, la muerte de papá era un misterio para mí, pero al tener a mamá toda ausencia de su parte estaba rellena.
—¿Por qué no te quedas como antes? — cuestionó con tristeza, ambos sabíamos la respuesta, pero ella esperaba que hubiera cambiado de opinión.
—No puedo — respondí serio, estar en casa a veces era buena opción, pero ahora que las peleas con su marido empeoran y el desprecio que me tiene es cada vez más evidente, prefiero mantenerme lejos.
—¿Cómo esta Adeline? — preguntó cambiando de tema, quizás ha visto cuando la paso a dejar en su hogar.
—Bien, es una gran amiga — aclaré para que mamá no empezara a hacerse ideas de que la traiga a la cueva del lobo y menos si le cae tan bien como dice,
—No soy ciega, hijo — atacó divertida — he visto cuando la dejas en casa, como esperas que entre, mientras la miras con adoración, como ella tímidamente se despide de ti — expresa virando sus ojos, mezclando los vegetales en el sartén.
Mamá ha tenido mucho tiempo libre.
—Ella perdió a su madre — solté la noticia tomándola por sorpresa — ahí lo que querías saber — anuncio con la voz muy baja y ella se lleva las manos a la boca de asombro.
—No lo dirás en serio — dijo rápidamente esperando una negación de mi parte que nunca llego.
—Falleció en un accidente de tránsito — expliqué un poco apenado por revelar la tragedia.
—Pobre muchacha — se lamenta mi madre — me alegra que puedan apoyarla tus amigos y tú — se relaja un poco — pero me gusta que ustedes estén más juntos — expresa orgullosa.
—Solo somos amigos — repito cansado, pero la veo probar alegre el estofado, ignorándome.
—Pon la mesa, por favor, mientras yo sirvo — acaté su orden, después ambos nos sentamos, conversamos de temas sin importancia, aunque a veces soltaba comentarios acerca de la pelinegra.
Estuve a punto de quedarme, ver a mamá sola hizo que mi idea flaqueara, hasta que el borracho de su esposo entró a la casa, se tambaleaba, mi madre fue hacia él para ayudarlo, pero el hombre era muy pesado para mamá, entonces intenté ayudar.
—Aléjate — soltó enojado apretando a mamá para no caerse.
—La estas lastimando, idiota — dije alejándola de mamá de un empujón, no se lo esperaba porque cayó de espaldas y como la apretaba con fuerza, ambos cayeron y mamá se golpeo la espalda con el marco de la puerta — ¡Ves lo que hiciste, idiota! — le grité al esposo de mamá que se quedó callado al verla quejarse del dolor. Ayudé a mamá a levantarse y la llevé a su habitación en brazos, al parecer se había golpeado fuerte y le dolía bastante.
Al bajar me encontré con Bernardo, él estaba sentado en uno de los sofás con las manos en la cabeza.
—Voy por unas pastillas para el dolor — comenté entre dientes — será mejor que no empeores las cosas — hablé antes de coger las llaves de mi moto. La culpa estaba presente, quizás no debí empujarlo, así mamá estaría bien.
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A Pesar De Todo #1 [Editado]
Teen FictionAdeline Miller, una joven de 18 años que en un devastador accidente de tránsito pierde a su madre, agobiada por las malas noticias decide enfocarse en cumplir promesas pasadas, que realizó antes del accidente, su vida se basa en culminar su último a...