Capítulo 30

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Narrador Omnisciente

"Miedo"


— ¡Mamá! — gritó asustada, un trueno despertó a la pequeña niña de seis años.

—¿Qué sucede, cariño? — preguntó preocupada la madre, entrando a la habitación.

— Tengo miedo — expresó espantada.

— Tranquila, pequeña, solo fue un trueno, estoy aquí para cuidarte — susurró cálidamente y se sentó para abrazar a su pequeña.

— Mami.

— Dime, cielo.

—¿Por qué no conozco a papi? — interrogó la pequeña con dulzura, ya que, en la escuela, celebraron el día del padre, pero ella pasó pegada a la maestra junto a otra niña que perdió a su padre en un accidente.

La madre tomó a la niña entre sus brazos, fue a su habitación, porque el olmo ubicado frente al cuarto de la pequeña cubría la vista que quería mostrar. Al llegar, abrió la ventana de su habitación y señaló al cielo, que por la lluvia estaba nublado, aun así, se podían visualizar algunas estrellas.

— No conoces a papá, porque él está lejos, pero ambos comparten el mismo cielo, al mirar la belleza de las estrellas su vínculo se fortalece — susurró su madre.

—¿Entonces, papi y yo, estamos unidos por las estrellas? — preguntó curiosa con los ojos invadidos por un brillo especial, su miedo había desaparecido. Antes de que el estruendo provocado por el cielo la despertara, ella estaba teniendo una horrible pesadilla, todos la juzgaban por la falta de su progenitor y ella corría, buscando a su madre para que la protegiera.

— Sí, aunque no lo conozcas, él te quiere — comentó suavemente para su pequeña niña, acariciando su cabello ondulado y negro como la noche.

— Te quiero, mami — susurró y se acurrucó en los brazos de su progenitora, cayendo en un profundo sueño.

La imaginación de un niño era impensable, tan dulce e inocente. Tras las palabras de su madre, Adeline soñaba que viajaba a las estrellas, juntas iban en busca de su padre, al llegar, la familia se reunía en un bello pasto verde con hermosas flores de todo color, adornando el lugar, a lo lejos se podía apreciar una bonita cabaña de roble.

Ahora Line solo recordaba lo ingenua que era al creer que su padre la quería, él las había dejado para formar otra familia, él le pasaba una mensualidad desde hace mucho, pero no la había utilizado hasta ahora que perdió a su madre. A pesar de ello su padre no llegó para consolarla o cuidarla, ahí decidió que él estaba muerto para ella.

Line despertó de aquel recuerdo y no precisamente por un trueno, sino por el fuerte golpe que hizo la puerta de su habitación al cerrarse.

—¿Jade? ¿qué pasó? — se levantó la pelinegra asustada, al ver a su mejor amigo todo golpeado.

— No sucedió nada, solo fue una pelea, tranquila — intentó calmar a Adeline, no podía decirle con quién se peleó, pues su plan fallaría, si lo hacía.

— Déjame curarte — insistió ella, mientras iba al baño en busca del botiquín.

— Solo por esta vez — accedió él, tras traerla acá y escuchar la historia en el camino, Jade estaba enfadado con ella, aunque lo había ocultado bien para que su plan saliera perfecto.

— Estaré para ti siempre, gracias por ayudarme — dijo la pelinegra formando una sonrisa. Pasar una semana llenándole de ideas en la cabeza empezaba a surtir efecto, ella estaba empezando a ser la chica desprotegida e insegura que Jade necesitaba proteger de todo el mal del mundo.

— Sé que Clara dijo que cuidarás de mí, pero — entonces fue interrumpido por la chica.

— Estoy enferma y debo curarme para ayudarte — completó como un robot incapaz de entender nada más, parecía tan débil ahora.

— Sí, ves, ahora lo entiendes — expresó Jade ocultando su alegría, la miró como un hermano mayor mira a su hermana menor.

Jade se sentó en el filo de la cama y Line se colocó de cuclillas, frente a él, para tener una mejor vista de sus heridas.

—¿Te duelen? — preguntó mientras con cuidado limpiaba las heridas.

— No mucho — susurró, mientras acariciaba la mejilla de la chica con su pulgar, mirarla tan débil alegraba todo su ser.

— Creo que necesitas hielo para que tú ojo no se hinche, déjame ir, solo a la cocina — pidió, entonces, él apretó la mejilla de Line, que antes acariciaba con cuidado como si de una muñeca de porcelana se tratase, causándole dolor.

— Sabes que no puedes salir de la habitación — dijo Jade con tono de advertencia.

— Sí, lo sé, lo lamento, pero — intentó explicar, sin embargo, el chico se adelantó.

— Nada de peros, ya iré, yo por hielo — comentó levantándose de la cama con brusquedad y Line se alejó un poco de este

— Lo siento — murmuró a la vez que Jade salía de la habitación para después cerrarla con llave.

Adeline se arrimó a una de las esquinas de la habitación, estaba asustada, tenía miedo de ella misma, lo que le dijo Jade había hecho que se aleje de sus amigos y que se ahogue en su habitación. Su mejor amigo se la llevó lejos para que no pudiera lastimar a nadie, una semana entera llenándola de sentimientos que no había tenido, de falsos recuerdos.

"La muerte de Arthur, fue tu culpa"

"Clara quiso ayudarte y la mataste"

"Tenías que morir tú en lugar de tu madre"

"Quiero ayudarte, soy tu mejor amigo, siempre buscaré lo mejor para ti"

Las frases de repetían en la mente de Line, tenía miedo de la misma manera que le tenía miedo a los truenos cuando era niña, ella siempre pensó que todo lo que sucedía era por culpa del tipo de la voz gruesa, sin embargo, nunca imaginó que ella sería la causante de todo.

— Lamento ser la causante de sus muertes — susurró Line para ella.

— ¡Lamento haber nacido defectuosa! — gritó esta vez con desespero.

— ¡Lamento haber matado a todos los que me amaban! — volvió a gritar, sus lágrimas caían.

— Pero no quiero estar sola — vociferó, se levantó, fue en dirección a la puerta y empezó a golpearla — No quiero estar sola — dijo desesperada, Jade volvió a abrir la puerta para calmar a su amiga, la abrazó al instante para protegerla de ella misma, como el lo mencionaba en cada abrazo.

— No voy a dejarte sola — prometió el moreno, calmándola.

— Tengo miedo — confesó llorando.

— Todo estará bien — susurró e inyectó un calmante que sacó de su bolsillo para que ella pueda descansar. Antes de que cayera al suelo, él la tomó, la arropó en la cama y se fue, después de observarla por unos minutos.

— Lo lamento, prometo no dejarte sola, pienso cuidarte como lo hice con Clara y ahora con mamá.

Mientras Adeline se encontraba sedada, Jade fue a ver el estado de su madre con el hielo en el ojo. La pelea había sido fuerte, sin embargo, Ian no estaba tan grave físicamente porque la mayor parte de los golpes los esquivó.

Pensar en el peligro en el que se encuentra la chica de ojos negros, le asustaba y le obsesionaba en partes iguales, desde la muerte de su hermana se había empeñado en proteger a su madre y ahora había añadido a Line en el caos de su trauma.

A Pesar De Todo #1 [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora