Adeline Miller
"Evocando Memorias"
En el oscuro umbral de la consciencia pueden reflejarse memorias inolvidables e incapaces de rehacer en el mundo por las circunstancias, pero que la mente puede proyectar cuando el corazón lo exige, puedes sentir como vuelves a vivirlo, sin embargo, te aleja del presente, a veces te aísla y en ocasiones suele suceder cuando tu cuerpo y tu mente sufren algún accidente grave o demasiado traumático como para vivirlo.
Observar a Arthur tumbado junto a mí en la playa era una sensación increíble que me provocaba un fuerte cosquilleo en el abdomen, las mariposas que la mayor parte de las personas enamoradas mencionan cayeron en mí.
La respiración de Arthur era tranquila ya que hace como diez minutos se había quedado dormido, desde entonces había estado admirando como una tonta sus largas pestañas oscuras, sus pómulos y barbilla definida que le daba el aire temible y poderoso que cuidaba con empeño cuando se trataba de su trabajo o de su familia, pero que cambiaba a una de burla y cariño cuando estaba conmigo, su piel ahora más oscura por el sol le sentaba increíble y su cabello caía como cascada por su frente, quise tocarlo, pero me reprimí al momento en que vi como sus ojos oscuros se abrían y me observaban con tranquilidad, sin embargo, minutos más tarde se convirtieron en burla.
—Sé que soy guapo, pero mirarme hasta cuando duermo, es muy acosador de tu parte, pequeña tormenta — comentó sacando a relucir el preciado y engreído ego que lo cubría.
—Solo estaba observando lo quemado que estas — me defendí un poco roja por la acertada acusación.
—Si, claro — respondió con ironía — ¿Has notado la baba que te cuelga? — contraatacó provocando que mis dedos por inercia viajaran a mis labios para comprobarlo y al instante escuché una sonora carcajada ronca de cierto idiota que estaba sentado frente a mí. Tras aquel engaño me lancé sobre él, furiosa, su reacción no fue instantánea y por eso cayo de golpe sobre la arena conmigo encima, por la diferencia de fuerza logró darme la vuelta donde él quedó sobre mí, aprisionando mi cuerpo y su sonrisa se ensanchó más — ¿qué intentabas? — preguntó aun con burla en su voz, por lo que frustrada crucé los brazos sobre mi pecho, creando un poco más de espacio entre ambos, al notar mi bipolar humor, empezó a acercar con lentitud sus manos a mi abdomen.
—¡No Arthur, te lo ruego! — grité intentando contener la risa, pero él no paró — ¡Arthur! — nombré, pero él no paraba en una acción rápida alcé los brazos para intentar alejarlo, pero aquello dio mejor accesibilidad a mis puntos débiles, las cosquillas no paraban y yo ya tenía un fuerte dolor en el abdomen de tanto reírme. Intentaba pensar en una forma de zafarme de él mientras todo mi cuerpo reaccionaba a las cosquillas y se me ocurrió algo que había querido desde que tuvimos nuestro primer choque de temperamentos, como pude posé mis manos en sus hombros, las risas pararon cuando mi nerviosismo se presentó y con fuerza jalé de él, estampando sus labios contra los míos, empecé a moverlos con torpeza porque él no reaccionaba hasta que su cerebro logró procesarlo, me siguió el beso hasta que me arrebato el control, todo se volvió apasionado, él me tomó por la cintura y me sentó sobre él, nos alejamos un poco para tomar aire. Arthur volvió a posar sus labios sobre los míos volviendo a la preciosa e inexplicable danza de labios y lenguas, nos completábamos tan bien que prefería estar así que pelear, descubrir esta nueva forma de relacionarnos era increíble, me pegó más a él, nuestro alrededor desapareció y sus manos viajaban descubriendo con suavidad mi silueta hasta que volvimos a separarnos y están quedaron apoyadas en mi cadera, sosteniéndome lo más cerca posible de él, después me acerque para abrazarlo y sentí su aliento en mi oído.
—No sabes por cuanto estuve deseando besarte pequeña tormenta — susurró en mi oído y dejó un corto beso húmedo tras mi oreja.
Cerré mis ojos y al abrirlos no me encontraba en sus brazos, sino en su habitación. Me encontraba cubierta con una manta y desprotegida, su olor impregnado en mí hizo que me diera cuenta de que estaba con una de sus camisetas, pero la opresión en el pecho de un mal presentimiento que hacía que me doliera. Cerré los ojos con fuerza, respiré profundo; los recuerdos del día anterior y del plan de Arthur volvieron rápidamente, me cambié y bajé a desayunar como si nada. La Sra. Vásquez disimulaba como una verdadera profesional, los demás de vez en cuando nos mirábamos con complicidad, el ambiente se volvió tenso, pero el Sr. Vásquez no parecía notarlo para nada, tomé la mano de Arthur bajo la mesa, el agarre se volvió fuerte y en un abrir y cerrar de ojos, me encontraba corriendo junto a él para escapar de los hombres que intentaban hacernos daño.
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A Pesar De Todo #1 [Editado]
Teen FictionAdeline Miller, una joven de 18 años que en un devastador accidente de tránsito pierde a su madre, agobiada por las malas noticias decide enfocarse en cumplir promesas pasadas, que realizó antes del accidente, su vida se basa en culminar su último a...