"Prometo protegerte"
Tras investigar y recopilar información acerca del accidente de la pelinegra un sentimiento de tristeza e impotencia cruzaba en medio de mi pecho.
—¿Por qué todo este caos debía envolverte a ti? — pregunté en silencio mientras la observaba desde la silla junto a su cama.
Recuerdo la primera vez que vine a verla fue un día después del accidente, ella estaba en cuidados intensivos, según me explicó el médico, su cabeza había golpeado con fuerza el costado derecho del vehículo porque la silla del copiloto estaba inclinada, evitando que se estrellara contra el vidrio. En la sala, ella estaba completamente llena de cables, sin embargo, recuerdo los nombres de algunos después de la explicación de una de las enfermeras que había tratado de conquistarme con su inteligencia, en su brazo derecho estaba conectado a un suero intravenoso para que los medicamentos y vitaminas ingresen a su cuerpo, su dedo corazón llevaba un saturador que la conectaba con la máquina que detectaba su ritmo cardiaco y signos vitales, su cuello estaba envuelto por un collarín cervical por las lesiones del accidente de tránsito, dentro de su boca estaba una manguera transparente y en la nariz cruzaba una manguera delgada que proporcionaba oxígeno, pero al pasar los días de riesgo los cables en su cuerpo disminuyeron, la manguera en su boca fue sustituida por una mascarilla de gas que cubría sus vías respiratorias y fue trasladada a una habitación donde ya no debía ingresar cubierto de batas médicas. Tres semanas después, la mascarilla se convirtió en un fino tubo que solo cubría su nariz para proporcionarle una mínima cantidad de oxígeno y el cuello ortopédico fue eliminado, al pasar las semanas su mejoría era increíble hasta llegar al punto de hoy donde solo tenía la intravenosa y el saturador que envía sus signos a la máquina.
Llevo semanas llamándola, pero el coma parece seguir ganando la lucha. A veces tengo alucinaciones. Imagino que abre los ojos o hace algún gesto que me da esperanza, pero solo son cosas mías. Un día corrí en busca de un médico cuando vi que, hacia un gesto, pero al parecer mientras está en aquel mundo de los sueños puede llegar a hacer ese tipo de estímulos.
—Line....Line — susurré y tomé su mano, quería que abriera los ojos, como podía protegerla si no sabía cuándo la volvería a mirar — prometí protegerte, pero hoy estas aquí — dije y miré su mano pálida por estar aquí dentro de esta habitación de hospital, sin recibir el sol que tanto amaba. Por un instante pude ver una bonita sonrisa de boca cerrada de la pelinegra.
—¿Hoy estas soñando cosas bonitas? — pregunté sabiendo que no respondería, pero después apretó mi mano con fuerza — ¿qué sucede? — murmuré mirando su agarre con el ceño fruncido, estuvo así por un largo periodo de tiempo hasta que su agarre se suavizo y cuando alcé mi mirada a su rostro, la miré con preocupación, puesto que sus pálidas mejillas se habían llenado de lágrimas e instantáneamente acerque mi mano a su rostro para limpiarlas, durante varias semanas la había visto llorar, fruncir el ceño y hasta sonreír levemente, había aprendido a leerlas, sin embargo deseaba verla despierta y superando toda molestia que a veces perturba su rostro, quiero abrazarla. Después de alejar las lágrimas de su rostro y esperar a que cesaran di leves caricias en el dorso de su mano, quería que sueñe algo diferente, quería verla feliz entre sueños, quería que aquella niña risueña con la que jugaba a ser su hermano mayor volviera, quería que me reconozca después de tanto tiempo.
—Line, puedes soñar algo bonito — expliqué imaginando que me escuchaba — recuerda aquella vez que jugábamos de pequeños, recuerda esa mata de cabello negro mirándome celoso porque no querías dejar de jugar conmigo — conté a la vez que yo también lo imaginaba — recuerda aquella vez que prometí cuidarte — esta vez solté con cierto desespero — Line, prometo que si despiertas no volveré a perderte de vista, prometo que esta vez sí cuidaré correctamente de ti — hablé, mi vista se nubló, miles de veces desde que ella estaba aquí había llorado.
Recuerdo cuando vi por primera vez lágrimas rodar por sus mejillas, en aquel instante corrí hacia el doctor, el mismo que me explicó la normalidad del asunto y rendido tuve que volver. Limpié sus lágrimas mientras las mías caían, algunas cayeron a su mano antes de poderlas limpiar de mi rostro, pero desde aquel momento supe que volver a encontrarla no fue una coincidencia, iba a cuidarla, aunque a veces mis esperanzas decaían, regresaban cuando miraba los pequeños gestos que formaba dormida.
—Line sabes que tu mejor amigo estará aquí hasta que abras esos bonitos ojos y por ende, desearía que los abrieras pronto o me saldrán raíces en esta silla — me quejé aunque no era cierto de hecho la abandonaba para ir a comer, bañarme y cosas así — sabes que te amo, pero estar aquí se vuelve un infierno con el pasar de los días — volví a hablar — Line sabes que — paré en secó cuando escuche un pequeño balbuceó de sus labios, solté su mano y me levante de golpe, posteriormente sus ojos se abrieron con lentitud, me quedé ahí por un momento procesando la situación, pero después corrí emocionado en busca de un doctor al analizar lo que estaba ocurriendo.
—¡Un doctor! — grité alegre — ¡una enfermera! — exigí eufórico.
—¿Qué sucede? — interrogaron dos médicos de guardia asustados y somnolientos, era de noche, pero los había visto desde el día anterior aquí.
—Ella despertó.
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A Pesar De Todo #1 [Editado]
Teen FictionAdeline Miller, una joven de 18 años que en un devastador accidente de tránsito pierde a su madre, agobiada por las malas noticias decide enfocarse en cumplir promesas pasadas, que realizó antes del accidente, su vida se basa en culminar su último a...