Adeline Miller
Risas, Bromas Y ¡Trágame Tierra!
Tras la tensión entre Jenn y su hermano, la noche anterior en el auto, la pelea se había solucionado al discutir en su habitación y cualquier incómoda situación había desaparecido y ahora las bromas no se hicieron esperar, los mellizos estaban alegres y yo bien informada gracias a Ian, que en la mañana me contó absolutamente toda la corta pelea, mientras buscaba algo en su armario que no me quedase tan grande, pues no quería molestar a Jenn o a Z, que seguían dormidas. Ian, Ander y yo éramos los únicos despiertos en aquel instante.
—Me sorprende que estes despierta tan temprano y sin resaca — comentó Ander, es agradable estar junto a él, su aura es tranquila y relajante, tiene el ego más grande que el de mi insectil, quizás la próxima vez que visite el cementerio se lo cuente, además tiene buen sentido del humor, me agrada y porta calidez de como si lo conociera de toda la vida.
—No bebo con frecuencia — dije antes de que lo insinuara, su mirada era fácil de leer.
—Podrías venir más seguido y lo harás — propuso amigable. Me alegra pertenecer a un grupo.
—Gracias — respondí con cierta timidez.
Sali con Ian a comprar el desayuno porque le tocaba a él encargarse de hacerlo, pero como estaba cansado, fuimos a la cafetería de la ciudad y pedimos siete vasos de café, cuatro donas, cuatro rollos de canela y cuatro brownies. Después abrimos cada vaso en el carro y los echamos dentro de la olla que trajo.
—Es un truco infalible para que el café no se riegue — me explicó orgulloso.
—¿Por qué no le dijiste que te ponga ahí los siete vasos? — cuestioné.
—Porque a veces te ponen menos — respondió seguro de sí, pero yo sabía que te daban igual o a veces un poquito más.
—Además, así podemos conservar el vaso, donde dice el nombre de cada uno con una frase personalizada — se excusó.
—Pero daña el medio ambiente — contraataque.
—Ambientalista ¿eh? — soltó un tanto divertido — normalmente le digo que me ponga en la olla, pero necesitábamos cambiar de vasito por la nueva integrante — expreso alegre, mirándome de reojo.
—Gracias por presentarme a tu grupo — me sincere, puesto que no le había dado las gracias por incluirme.
—Ahora también es tu segunda familia, espero que no traiciones a los tuyos — dijo jugando como si entrar al grupo fuera algo legendario.
—Prometo no incumplir las reglas, señor, si señor — respondí haciendo el gesto militar desde mi asiento.
—Eso espero, cadete — hablo siguiendo el juego — pero debemos ir a buscar los sándwiches antes de regresar a casa — comento antes de aplastar el acelerador hasta el fondo, por inercia bajé la ventana y dejé que el viento provocado por la velocidad me golpeara en la cara relajándome.
Al parar en un local de sándwiches al otro polo de la cafetería, Ian me hizo bajar para escoger el mío, mientras pedía los demás como acostumbraba, pues se lo sabía de memoria y como le gustaba a cada uno.
—¿Lograste elegir alguno? — cuestionó interesado.
—Creo que el sándwich italiano — dije con cierta duda.
—¿Con todo? — preguntó y yo asentí.
—Espero que te guste, si no la próxima vez intentaremos con otro — sugirió y mi duda se esfumó.
—Me agrada la idea, gracias — respondí satisfecha — ¿Tú de que pediste? — pregunté.
—El mexicano, es mi favorito.
ESTÁS LEYENDO
A Pesar De Todo #1 [Editado]
Teen FictionAdeline Miller, una joven de 18 años que en un devastador accidente de tránsito pierde a su madre, agobiada por las malas noticias decide enfocarse en cumplir promesas pasadas, que realizó antes del accidente, su vida se basa en culminar su último a...