Capítulo 88

117 15 110
                                    

Estaba moqueando acurrucada en el pecho de Jeff

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba moqueando acurrucada en el pecho de Jeff. No sabía cuánto tiempo había pasado, solo me quedé llorando sin parar al lado del cadáver de Lana.

Jeff carraspeó y se separó un poco para mirarme.

—¿Quieres que me lleve el cuerpo? —preguntó serio, solté un suspiro y limpié mis lágrimas.

—Jeff, por favor, haz que encuentren a Lana… Sus padres merecen enterrarla, son buenas personas, siempre nos trataron bien, los tres —le miré suplicante a los ojos.

Jeff se levantó y cargó el cuerpo en sus brazos, caminó pasando por el hueco, dándole mi último adiós con la mirada a Lana y salió por la puerta abierta.

Abracé mis rodillas mirando el charco de sangre que yo había provocado, miré mis manos y volví al llanto.

Tumbé mi cabeza en el charco, manchando mi cabello del líquido rojo mientras me lamentaba de mis errores con más volumen. Seguramente alguien más a parte de Jeff los habrá escuchado y más a estas horas.

Después de un largo rato, volví a escuchar pasos. Miré al frente y Jeff estaba pasando de nuevo por el hueco, pero esta vez con dos almohadas y una manta. Me tiró una almohada y la manta y las agarré, él colocó la suya al lado y se acostó sin decir nada.

Puse mi almohada en el suelo, encima del charco y me acosté, pasando mis dedos por debajo de esta y deslizándolos por la sangre. Me hacía sentir como que de alguna forma Lana seguía ahí.

—Duérmete, lo hecho, hecho está. No te sirve de nada lamentarte, Tenny —dijo firmemente y cerré mis ojos aferrándome a la almohada.

La luz ya había salido por la pequeña ventana de nuestra celda, lo sabía por los rayos de sol que estuve esperando desde madrugada. No había conseguido dormir ni un poco, pero no me sentía cansada, solo los ojos hinchados por llorar.

—Buenos días —saludó Jeff removiéndose con voz ronca.

—Buenos días —dije con el mismo tono mirando a la pequeña ventana.

—Nos vamos —dijo sin más estirándose y levantándose. Yo le seguí sin preguntar.

Salimos de la celda, tal vez era mediodía por la intensidad del sol, caminamos en silencio hasta su cabaña, pero no me dejó entrar.

Tras diez minutos esperando en la puerta, volvió con una bolsa de plástico y seguimos caminando, pasando por diferentes cabañas.

En una de ellas se encontraban una mujer y un hombre. Nurse Ann fue la única a la que pude reconocer a lo lejos.

—¡Jeff! —masculló molesta con una camiseta blanca de tirantes—. ¿Eres idiota, acaso? ¿Qué haces con ella? ¿No aprendiste nada?

—Por esa actitud no estás invitada a nuestra cena —contestó irritado Jeff.

Descansad en paz (Mundo Creepypasta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora