18. Extraña sensación.

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Cuando termino de hablar con los agentes y las dos chicas, paseo por el recinto intentando averiguar donde narices era que me dijo la chica que encontraría al Doctor para preguntarle un par de cosas. Ojo, que no me extraña que no de pie con bola en este lugar. No miento cuando digo que este Hospital era el más grande en el que yo había estado. A pesar de que todos ellos se caracterizan por el peculiar olor a desinfectante, sus paredes todas blancas y sus suelos resbaladizos, este tenía algo distinto. Con sus más de novecientas habitaciones, aun tenían sitio para hacer una zona infantil con un monitor para que los niños que debían estar ingresados o los que venían de visita con los padres no molestaran a los demás pacientes. También tenían una amplia y grande cafetería para los familiares, obviamente con los precios desorbitados, pero que esperas, estás en un Hospital, no en un puesto ambulante de las calles de Nueva York donde la comida esta a un precio muy razonable.

En medio de mi aislamiento y mi perdida memoria que surfeaba por mis pensamientos, casi me topo con una enfermera que caminaba un poco apurada. Es mi oportunidad para averiguar donde es que voy.

-Ui, perdón.- me dice sonriente sin siquiera pararse.

-Disculpa, una pregunta.- aprovecho que se detiene para alcanzarla y llegar a su lado para evitarle perder el tiempo. -Me han dicho que por aquí podía encontrar al Doctor de esta planta, me gustaría saber donde.

-Si, mira. Este pasillo recto hasta el final y luego giras a la izquierda. Allí hay una sala de guardia, lo encontrarás allí con más doctores, enfermero/as.- me señala las direcciones a medida que las va diciendo, haciéndome sentir o muy tonta o muy privilegiada por que por fin, hay una chica que me ha tratado como un igual en este país y con esto no digo que sean malos, ya lo expliqué una vez.

-Muy bien, muchas gracias.- le sonrío y ella asiente en contestación volviendo a girarse y esta vez arranco a una velocidad más rápida de la que iba antes.

Al llegar a dicha sala, siguiendo las instrucciones de la muchacha a la perfección y sin perderme, raro en mi, por que me pierdo en una rotonda, pico educadamente a la puerta, pero sin darme cuenta, la abro sin esperar una respuesta de este a cambio. Luego me quejo de los modales de esta gente, cuando los míos dejan mucho que desear.

-Doctor, venía a preguntarle si sería posible que mi amiga comiese algo. Yo se lo traigo, no hace falta que ustedes le den nada.- le interrumpo también la conversación sin pensar en que mi educación últimamente esta siendo casi inexistente. -Perdón por molestar, por cierto.- me estrujo los dedos de manera nerviosa.

-No se preocupe. ¿En qué habitación está su amiga?.- ahí me ha pillado usted, señor mío.

-Habitación ochocientos veinti uno.- interrumpe una voz detrás de mi. Al girarme me doy cuenta de que es el enfermero que estaba curando hace un rato las heridas de Channel, el chico gracioso. Y muy guapo, la verdad.

Este le entrega un portafolios al hombre que tenía pinta de ser bastante más mayor que yo, y este ultimo le echa un vistazo por encima.

-Claro, puede comprarlo en las maquinas de los pasillos o traerle algo de fuera, que no sea muy invasivo para su estómago. Nada de picante.- levanta el dedo de manera prohibitiva mientras me sonríe amable al mismo tiempo.

Asiento y me despido. De nuevo salgo de la sala sin si quiera pararme a pensar en que tal vez, la comida de las máquinas no son tan malas. Pero no se, nunca me ha dado buena impresión las comidas en estos sitios, a saber cuanto tiempo llevan ahí metidas.

Cojo el móvil, el cual no cogía desde que había salido del aeropuerto para pedir un taxi y veo que tengo un par de mensajes en el Mail, los cuales no pasará nada por leerlos un poco más tarde.

 VIDA NOCTURNA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora