20. Narra James 2.0

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Odio pensar que alguien pueda llegar a discurrir que yo maté a mi propia esposa. Aunque a decir verdad, es terrible cuando te incriminan en algo así. Ya sea tu mujer, tu marido, tu hermana, la amiga del colegio o hasta un adorable perro.

El día que la agente me arrestó por el asesinato de Cristín, supe que sería la última vez que pisaría una celda. Fue, junto con el velatorio de mi amada, lo más doloroso que he sentido en la vida. La impotencia, el dolor, la ira, el resentimiento y las ganas de realmente cometer un asesinato contra quien se le ocurrió en aquel momento atentar contra la que era mi esperanza de una vida feliz.

Conocí a el amor de mi vida cuando éramos pequeños, jugando en un arroyo que pasaba por al lado de la granja de mis padres.

A pesar de que yo era de familia pudiente, pero teníamos huerto, establo y no vivíamos como los demás. Regocijados en sus fortunas y tierras, al contrario. Nosotros mismos, junto a mi madre, creábamos nuestra propia miel, tomate en conserva e incluso hacíamos mermeladas. Papá se encargaba de la leche, la mantequilla y el trigo junto con Mathew, mi hermano pequeño. Y el abuelo y abuela, se ocupaban del huerto, ya que tenían un poco más de tiempo.

Juntos se encargaban de que ni a Mat ni a mi nos faltara nada, desde un trozo de pan, hasta la mejor educación en el colegio. Realmente en educarnos no escatimaban en gastos.

Pero cuando la abuela se enfermo de un simple constipado, que para aquel entonces eran mortales y murió, le siguió el abuelo, que según mamá, él murió de pena por ver marchar a la única compañera de toda su vida, el ambiente en casa empezó a estar un poco cargado de tristeza, rabia e impotencia.

Hasta que ella apareció en nuestras vidas. Rubia y hermosa, con sus rizos volándole por delante de los ojos haciendo que esta, cada dos por tres se estuviese enfadando por que no podía ver nada. Con su particular sonrisa y sus dientes extraños pero de forma adorable perfectamente blancos y brillantes.

En realidad, yo era al único que le ayudó a salir del pozo de tristeza en el que la perdida de los dos seres más buenos y transparentes me había hundido. A los demás, al parecer, la llegada de aquella niña risueña, no le hizo cambiar mucho el parecer, aunque a Mat, cada vez se le veía salir mas al jardín cuando ella estaba rondando por el río.

Mamá, por lo contrario dejó de necesitarme al principio para hacer mermeladas y miel, aunque siempre que llegaba al puesto de trabajo donde lo llevábamos a cabo, la encontraba mareada y con los ojos brillantes y rojos. Con el tiempo y la experiencia de la vida, pude entender que no quería que yo viese como su madre se iba matando a ella misma con los atracones de alcohol que se metía cada vez que se embutía en el cobertizo.

Papá, por lo contrario, a pesar de que quería mucho a los padres de su mujer, no sufrió tanto, ya que el ya había superado en sus carnes propias la perdida de sus progenitores.

Con el pasar de los años, fuimos forjando una amistad con aquella muchachita, aunque cada vez que Mathew se metía mas entre nosotros, sentía una rabia en mis adentros que deseaba por un instante hacerlo desaparecer para siempre, pero como haría eso, era mi hermano.

Me daba cuenta de que en mi interior se removía algo fuera de mi entendimiento cada vez que veía a Cristín con mi hermano. Me salía de lo más profundo del alma hablarle mal, tratarlo de la misma manera que trataría a un asesino, e incluso, cuando murieron nuestros padres por la vejez, odié más que nunca a el simpático y pequeño Mattie. No soportaba por nada del mundo que abrazara y fuese consolado por ella. Llegué a odiarlo en su momento

FLASH BACK

1997.

-James, ¿Sabes que han sacado un libro que por lo que he oído va sobre magia, varitas y un castillo enorme?.- me dice super entusiasmada metiéndose en la explicación, haciéndome volar a mi también a lo que ella ha leído. -Aunque aun voy por el principio, la contra portada donde explica el resumen del libro tiene una pinta fantástica. - termina la frase en el momento en el que Mathew llega a nosotros. Ella se gira y se alza sobre la punta de sus pies para darle un beso en la mejilla a este. El gesto que ella ha tenido con el desinteresadamente, hace que suba por todo mi cuerpo una calor digna de infierno.

 VIDA NOCTURNA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora