36: que le corten la cabeza

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Habían pasado dos días desde los sucesos de la estatua, Will se había resignado a que no podría preguntarle nada al respecto a Jeremiah, parecía haber estado evitando a toda costa que se diera la oportunidad para hablar al respecto y, aunque trataba de comprenderlo, no podía negar que la curiosidad lo estaba matando.

Era domingo por la noche cuando recibió una llamada durante la madrugada que lo hizo despertarse de golpe de la cama, con rapidez tomó su celular para ver el identificador de llamada, frunció el ceño en confusión al ver el nombre de Jeremiah, incluso talló sus ojos para asegurarse de que no se trataba de una alucinación, respondió y acercó el teléfono a su oreja, su boca se sentía seca.

—¿Te desperte bella durmiente?

—Jeremiah ¿Sabes acaso que ahora es? —tenía un ligero tono de molestia en su voz, pero también se encontraba intrigado.

—Lo sé perfectamente, es hora de que salgas de la cama, te pongas ropa que te cubra bien y salgas por la ventana que te estoy esperando aquí abajo.

—¿Qué? —Will salió de la cama con algunos tropiezos, abrió la ventana para asomar la cabeza— Dios —exclamó cuando pudo ver a Jeremiah saludándolo desde la acera— ¿Qué haces aquí?

—Te explicaré cuando bajes.

Antes de poder hacer cualquier reclamo la llamada fue finalizada, volvió a entrar a su habitación y a regañadientes se quitó la pijama para seguir las indicaciones sobre el código de vestimenta adecuado para poder recibir una respuesta a toda esta situación, era demasiado confuso, pero sabía que no podía ignorarlo, en parte porque Jeremiah era demasiado insistente cuando una idea se le metía a la cabeza y en segundo lugar porque no quería quedarse con la duda, luego de cinco minutos se enconttaba bajando por el techo porque no quería arriesgarse a despertar a su mamá si salía por la puerta, caminó hasta donde estaba Jeremiah quien lucía como si estuviera a punto de meterse a robar la obra de arte más protegida de la exhibición de un museo, como en las películas de espías o algo así.

—¿Ya me vas a explicar qué sucede?

—El otro día dijiste que solo te quedaba esperar a que un villano destruyera la estatua del parque ¿No? —comentó mientras abría la mochila que cargaba antes de mostrársela a Will, llena de latas de pintura en aerosol— Entonces pensé ¿Por qué dejarle esa satisfacción a otros si puedes hacerlo con tus propias manos?

—¿Qué ra...? —estaba un poco incrédulo ante lo que estaba viendo, dio un paso hacia atrás—, no, ni siquiera lo pienses, Jeremiah es una maldita estatua de uno de los héroes más famosos del país, el parque tiene cámaras, alguien podría vernos, no hay manera de que algo como esto salga bien.

—Oh vamos, Will ¿Crees que te estaría proponiendo algo así de arriesgado si no tuviera todo eso cubierto? —le dio un ligero golpe en el brazo—, además, confía en mí por una vez en tu vida ¿Quieres? ¿Qué importa? esta ciudad se podría gastar cientos de miles de dólares en hacerle estatuas a ese sujeto, si destruimos esta mandarán a hacer una nueva, esto será solo por la satisfacción de hacerlo.

—¿Qué satisfacción?

—No me voy a tragar el cuento de que no tienes ningún resentimiento atorado, cosas que quisieras desquitar o lo que sea —Volvió a cerrar la mochila para colgarla bien en sus hombros—. Está bien, si no quieres acompañarme no importa, pero lo haré contigo o sin ti ¿No te parece un magnífico recuerdo para cuando tengamos cuarenta? —se alzó de hombros.

Will mordió su labio inferior mientras dudaba, no podía creer que Jeremiah siempre hallara la manera de terminar convenciéndolo para hacer esas estupideces; en el camino hacia el parque recordó los sucesos de hace un par de días, entonces cayó en cuenta que esa era la oportunidad perfecta para preguntar al respecto.

LOST BOY | will x warrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora