LIBRO 2
🔴Versión reescrita del Fanfics original con Draco Malfoy🔴
Hillary era muy pequeña cuando perdió a sus padres y la separaron de su mellizo, el famoso Harry Potter. Todos la dieron por muerta tras la desaparición del Señor Tenebroso; sin emb...
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—Linda... —suspiró Sirius, quejándose—. No me obligues a levantarme... son las 5 de la mañana.
—Las 4:30. A quién madruga, Merlín le ayuda.
—Mi amor...
Aurora se tumbó en la cama boca arriba junto a él. Él la miró cansado y cerró los ojos abrazando la almohada.
—Sirius, tenemos que ir a recoger a Harry. Hoy es su cumpleaños.
—A mí nadie fue a buscarme cuando era mi cumpleaños...
—Estaremos juntos para el siguiente.
Aurora lo abrazó por la espalda enterrando la cara en su cuello y respirando su aroma. Sirius cogió sus manos por delante y las besó con delicadeza; tierna y dulcemente.
—Te amo, ¿sabías?
—Y yo más de lo que imaginas.
Sirius se giró, mirándola con ternura. Era como estar otra vez en el prado clandestino, sosteniéndose la mirada. Se habían extrañado tanto que no tenían palabras para describir su amor. Solo sabían que querían estar juntos para el resto de sus vida.
—Aurora.
—¿Sí?
Pasó la mano por el rostro de la mujer y posó el pulgar por su gran cicatriz.
—A veces me siento culpable de esto —siguió el recorrido con la yema de su dedo—. Debería haberte protegido o luchar antes por salir de Azkaban. O tal vez haber muerto en vez de James y Lily.
—No, Sirius, no digas eso —se acercó a él—. Eres lo mejor que me ha pasado. No podría seguir sin ti.
—Venga ya, pequeña —susurró cerca de ella—. Yo soy un leve chispeo. Y tú una tormenta.
•••
Aurora terminó de cambiarse. Llevaba una estrecha camiseta de licra, unos vaqueros, sus botas con tacón y la camisa de franela azul que le había quitado a su hermano hacía años. Cogió su cetro y bajó.
Sirius estaba en la cocina solo con unos vaqueros y los zapatos puestos. Aurora se sonrojó al ver su marcado torso tatuado mientras él le ofrecía una taza de café. Ella se lo agradeció y lo tomó a su lado.
Sirius la abrazó con su brazo libre y extendió su mano en su vientre. Aurora sentía su respiración en el oído y la ponía nerviosa. Sirius besó silenciosamente su cuello y se deslizó cuidadosamente por su hombro.
—Son las 4:30 —le recordó ella.
—Las 4:45 —corrigió.
—Sirius, mi amor, allí son las 3 de la tarde, tenemos que darnos prisa.
