36. La Profecía

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Se podía decir que "todos" estaban muy cansados, así que se pondrían el pijama y se irían a la cama

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Se podía decir que "todos" estaban muy cansados, así que se pondrían el pijama y se irían a la cama.

Hillary colgó su medalla y su nuevo trofeo en su vitrina, llena de muchos más. Puso las flores que le habían dado en agua y subió a cambiarse. Una vez estuvo en pijama, sin maquillaje y con el cabello recogido en una simple trenza, salió al pasillo, esperando encontrarse con Mattheo.

Riddle no tardó demasiado. Cerró la puerta del cuarto de los chicos con el máximo cuidado y miró a Hillary con una sonrisa traviesa.

—¿Lista para descubrir los mayores secretos del mundo mágico? —le preguntó.

—Solo es el cuarto de Aurora.

—¡Exacto!

Mattheo echó a andar hacia la puerta en el extremo del pasillo.

—¡Espérame!

Hillary corrió de puntillas detrás de él.

La puerta de la habitación de Aurora Potter era como la de las otras habitaciones: marrón oscura y sin muchos detalles. Solo había una pintada que avisaba: ¡Prohibido el paso!

Hillary giró el pomo cautelosa, como si tuviera miedo de que su tía saliera furiosa del propio cuarto. Mattheo y ella entraron y cerraron la puerta. Encendieron la luz y vieron todo.

Había estanterías llenas de mapas, archivos, libros y cuadernos. El viejo ordenador apagado en el escritorio y el armario aún entreabierto desde el día que Aurora salió con prosas hacia Hogwarts. Había varias cosas sobre el escritorio y la cama, y un sostén para el cetro de luz.

—Mira —le dijo Mattheo a Hillary.

El castaño agarró un cuaderno sobre la cama, se sentó y Hillary lo imitó. Era un cuaderno con la tapa dura y con el lomo a uno de los lados más cortos. En la tapa de dibujaba una caligrafía: Recuerdos 1974-1981.

—Ese fue el año en el que... ya sabes —susurró Hillary.

—¿Y 1974?

Hillary hizo las cuentas:

—Es el año en el que Aurora empezó a estudiar en Hogwarts, cuando le llegó la carta.

Abrieron el cuaderno y vieron fotos hechas con una cámara Polaroid de unos jóvenes más o menos de su edad. En cuanto los reconocieron, se quedaron pasmados.

—Esa es mi tía a los 11 —Hillary señaló a la chiquilla rubia que sonreía entusiasmada—. Y esos son Narcissa y Lucius —señaló a dos adolescentes de cabello rubio casi blanco. Lucius sonreía a la cámara casi forzosamente, como si le hubieran obligado a tomarse la foto.

—Y ese es... —Mattheo señaló a Severus Snape, que no ocultaba el hecho de que no quería salir en la foto—. Esta se la tenemos que enseñar a Sereia.

Hillary Potter: la Elegida de Andraste (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora