53. Hacer lo correcto

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El cuerpo de Hillary cayó ensangrentado y con la piel grisácea a los pies de Sirius

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El cuerpo de Hillary cayó ensangrentado y con la piel grisácea a los pies de Sirius.

—¡No! —bramó Draco con desesperación—. ¡HILLARY! ¡HILLARY!

Sirius se arrodilló y acogió el cuerpo de Hillary entre sus brazos. La miró con lágrimas en los ojos.

—Bella, llévate a Draco —ordenó Lucius.

Draco intentó salir a correr, pero Bellatrix lo aprisionó con los brazos y desapareció en una neblina mientras su voz canturreaba:

—¡Adiós a la Elegida! ¡Yo maté a Hillary Potter!

—Hillary —Harry escapó de los brazos de Remus—. ¡Hillary! ¡HILLARY!

Vio el cuerpo inerte de su hermana mientras la batalla seguía.

—¡Remus! —gritó Sirius—. Tienes que llevarla a San Mungo ya. Yo seguiré aquí. Rápido, vete.

Remus cargó a Hillary en brazos y se fue mediante una aparición.

•••

Tras haberse enfrentado al propio  Lord Voldemort y hacerle ver a todo el Ministerio que había vuelto, el Ejército de Dumbledore, la Orden del Fénix y los Cazadores corrieron directos a San Mungo.

Ahora que los Mortífagos habían atacado y Sirius había estado en su contra, era oficial y públicamente libre. Así pues, estaba en San Mungo con todos los demás.

Aurora también estaba ingresada por haberse excedido con sus poderes de mente. Al contrario que Hillary, ella estaba estable.

—Su corazón late lento. —habían dicho los médicos—. Ha perdido mucha sangre, sobrevive con sangre de unicornio a grandes dosis. No podemos decir con certeza si saldrá de esta o todo será en vano.

Y, a pesar de todo aquello, Harry y los demás habían estado obligados a volver a clase.

Los Cazadores fueron corriendo a la Sala Común de Slytherin. Se dirigieron al cuarto de Draco, pero estaba vacío.

—Lucius... ¿se atrevería a tocarle un pelo a su propio hijo? —preguntó Sereia.

—Se ve que conoces poco a ese hijo de perra —murmuró Mattheo.

—Chicos —habló alguien tras ellos.

Draco se encontraba en el marco de la puerta. Y estaba horrible. Su rostro estaba demacrado, los ojos acorazados como sus pómulos y sangre seca en heridas recientes. Llevaba la camisa hecha girones y dejando ver más heridas.

A Draco le fallaron las rodillas y Tom corrió a sujetarlo. Mattheo lo ayudó a llevarlo a la cama.

—¿Qué te han hecho? —preguntó Tom aterrado.

Hillary Potter: la Elegida de Andraste (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora