2. Los ojos del Soldado

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El cuarto de Hillary estaba en el tercer piso

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El cuarto de Hillary estaba en el tercer piso. Era muy grande. Disponía de un gran ropero, escritorio y una gran estantería con libro varios, además de la cama. El suelo era de madera dura y lisa, cubierto por una gran alfombra verde con tonos dorados, como toda la decoración en sí. Los muebles estaban hechos de madera de roble y combinaban todos entre sí.

Hillary soltó su maleta en la cama y empezó a sacar las pocas prendas que tenía y empezó a guardarlas en el armario. Luego, fijó su vista en el balcón que daba al patio trasero de la Mansión Malfoy, junto a un ventanal en relieve con un sofá hecho a medida.

—Hillary —la asustó un hombre de cabello blanquecino por debajo de los hombros y con un aspecto regio desde la puerta—. Mi nombre es Lucius Malfoy, soy el esposo de Narcissa. Me dijo que habías llegado y quise conocerte en persona.

Hillary no abrió la boca: desde su incidente con aquel hombre misterioso sabía cuándo debía callarse.

—Solo... bueno, espero que te sientas cómoda.

Hillary asintió.

—Cualquier duda o problema puedes hablar con Narcissa, yo suelo estar muy ocupado... o con Draco, es mi hijo, seguro que lo conocerás a lo largo del día.

Volvió a asentir.

El señor Malfoy cerró la puerta algo tenso y confuso mientras Hillary curioseaba su estantería. Había libros de Astronomía, lo que le pareció muy curioso. Ella sabía leer; había aprendido sola. Así que cogió uno de los libro y lo abrió.

•••

—¿Os han adoptado? —preguntó el chiquillo de cabello platinado a los hermanos morenos.

—No, esto es temporal. Creo —contestó Mattheo.

—Yo soy Tom y él es mi hermano Mattheo.

—Puedes llamarme Theo.

—Un placer —sonrió—. Yo soy Draco y ella es mi mejor amiga Sereia.

—Hola —sonrió la niña de cabello liso y negro, ojos oscuros y labios finos.

—Nuestra hermana ha ido a instalarse, espero que baje pronto para que podáis conocerla.

—¡Por fin otra chica! —exclamó Sereia aliviada—. Suficiente era sobrevivir con el cabezota de Draco para sumar otros dos parásitos.

—¿Me estás llamando parásito? —Tom hizo una mueca.

—Ajá —asintió muy orgullosa.

—¡Te vas a enterar!

Todos empezaron a correr detrás de todos. Se recolocaron y era Sereia la que debía pillarlos. Pilló a Tom, quien era el más rápido. Él no tardó en pillar a Mattheo y salir corriendo hacia el interior de jardín perseguido por su hermano. Sereia no se quedó atrás y corrió junto a ellos.

Hillary Potter: la Elegida de Andraste (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora