49. Regreso del Innombrable

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Solos y confusos por aquellas semanas frías, Sirius y Aurora volvieron a casa tras ver la segunda prueba del Torneo

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Solos y confusos por aquellas semanas frías, Sirius y Aurora volvieron a casa tras ver la segunda prueba del Torneo. Cada participante debía rescatar a la persona que más quería, Harry rescató a Ron y Hillary rescató a Draco.

Se sentaron en el sofá del tirón, él hizo chocolate caliente y ambos se taparon con la manta de lana.

—¿Cansado? —le preguntó ella.

Sirius sonrió y besó la frente de su esposa.

—Tengo algo que decirte algo —Aurora se enderezó y cogió las manos de Sirius.

—¿Qué pasa, mi vida? —se preocupó él.

—Cariño —sonrió la mujer con dulzura—. Estoy embarazada.

—¿Es... broma? —preguntó incrédulo, con lágrimas de alegría en los ojos—. Porque si es broma jamás te lo perdonaré. Aurora...

—No es broma, Sirius... en verdad lo estoy... —notó un escozor en los ojos.

Sirius la estrujó contra su pecho. Estaba llorando como una magdalena, menos que Aurora. Ella besó el rostro de su esposo repetidas veces.

—Ahora vas a tener que malcriarme durante nueve meses —bromeó.

—Me da igual —susurró Sirius—. Te amo, princesa. Os amo a los dos

—Dile tú algo.

Sirius sonrió y se inclinó sobre el vientre de su esposa.

—Hola, patata.

—¿Patata?

—Es más o menos su tamaño ahora, ¿no?

—Un poco más pequeño. Da igual, una patata baby.

—Bueno, patata baby —rio Sirius—. Soy papá y... quiero que te parezcas mucho, mucho a tu mami —puso de nuevo el oído—. Dice que nos quiere a los dos.

—Yo te amo a ti.

Sirius se alzó y besó los labios de Aurora con ternura. Ambos se quedamos dormidos en el sofá.

•••

Había llegado el día de la tercera prueba. Cedric se miró la estrella que tenía en el abdomen. Hillary le había hecho una runa de protección tras la segunda prueba. Habían tenido suerte en aquella prueba, pero no todos habían tenido tan buena suerte. Menos mal que todos habían salido vivos.

—Ok, con esto no te pasará nada —le había dicho Hillary.

—Pero tú estás sangrando por la nariz —observó su amigo preocupado.

—Estoy bien, no te preocupes, me suele pasar.

Hillary sabía que aquella runa, con el tiempo que llevaba en Cedric no lo salvaría de nada. Pero en el hipotético caso de que alguno muriera, podría revivirlo.

Hillary Potter: la Elegida de Andraste (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora