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Verla en ese bonito vestido largo de gala me hizo sentir empoderado y débil al mismo tiempo. Ella provocaba en mí emociones contradictorias, lo cual me hacía entrar en éxtasis y experimentar una especie de rechazo por aquella experiencia religiosa. 

Cuando llegó la etapa del posicionamiento no se paró frente a mí, lo hizo frente a aquella modelo venezolana que al parecer había tenido problemas con Poncho. Tiempo después supe exactamente lo que pasó. Lo importante es que no me fui, y cuando volví con el grupo lo hice con mi ánimo renovado, me sentía bien ya que la gente me había dado una oportunidad de quedarme un poco más.

Ella se acercó para abrazarme y felicitarme.

—De aquí hasta las estrellas —alcanzó a decirme antes de que alguien más viniera a felicitarme y ella tuviera que retroceder.

Entonces la chica venezolana se fue, es entonces que después de su salida, nos reunimos para cenar. Me habría gustado acercarme para decirle lo linda que lucía en ese vestido, ya que mis ánimos y mi confianza eran altos en ese momento, pero de un tiempo a otro la perdí de vista, fue a ducharse y a dormir. Decidí hacer lo mismo después de pasar más tiempo con mis compañeros. Esa sería la última noche en la suite y debía aprovecharla, así que fui a dormir temprano. 

Tras la salida de aquella chica venezolana una cama quedó desocupada en el cuarto cielo, esa habría sido mía de no ser por una chica llamada Sofía, quien decidió cambiarse, fue así que definitivamente formé parte del cuatro infierno. Apenas terminé de instalarme ahí, Poncho y Sergio reunieron a todos, proponiendo una brillante estrategia de lealtad. Normalmente en estos realitys cada quien juega solo, pero gracias a qué Frida se había leído las normas, encontró que la formación de equipos no era considerada como complot  por lo que estaba totalmente permitido. Así que todos prometimos lealtad a todos, y sobre todo no tirarnos hasta sacar a cada integrante del otro cuarto.

—Al final vimos que su potencial no podía ser desperdiciado —habla Poncho acercándose a mi, sé que se refiere a Frida, yo sonreí por eso, me parecía fantástico que notaran su talento. Aunque al final las posibilidades de que terminaran usándola eran completamente altas.

—Bueno creo que es brillante lo que acaban de hacer. Al final a mí me conviene, mientras más tiempo pase aquí más conocido me hago y mayores posibilidades de trabajo tengo, por mí está perfecto.

—¿Y entonces quien es la morrita de quién te enamoraste? —lo miré fijamente. Al final una promesa era una promesa, y en ese momento era mi oportunidad para demostrar que yo respetaba mi palabra.

—Es Frida —él se echó a reír, aunque no parecía sorprendido.

—Algo me lo decía, pero tú lánzate. El que no arriesga no gana. Al final es una chica muy buen pedo, no habla mucho, pero es buen pedo y de repente si trae buen cotorreo por las cosas que suelta, pero lánzate papá.

—Gracias, lo consideraré mientras no digas nada oe —él cerró sus labios y pasó sus dedos como si tuviera un cierre sobre ellos, y lo estuviera cerrando.

—Soy una tumba, pero si después de dos semanas continuamos los tres en la casa y no te lanzas, yo te voy a lanzar puñetas.

—Fueeera pe —él se burló. Tiempo después entendería que mis expresiones peruanas resultaban graciosas por su extrañeza.

Oficialmente compartía cuarto con Frida, y también existía una relación de lealtad que yo no había planeado. Ambos factores nos obligaron a hablar cada día. A veces hablábamos de cosas bobas como el clima, la comida, cosas que nuestros compañeros decían, compartíamos rutinas de ejercicios, cuando la veía salir le pedía algún snack, o ella lo hacía conmigo. Sin embargo, mis conversaciones favoritas eran cuando le pedía que me hiciera análisis filosóficos de cualquier cosa, y es que su rostro lucía colores diferentes cuando hablaba de aquello que le apasionaba, cosa muy distinta que cuando hablaba de su matrimonio, y es que era casi imposible para mí no escuchar lo que se hablaba en nuestra propia habitación.

Enigma [Nicola Porcella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora