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Pasamos la noche entera hablando de bobadas

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Pasamos la noche entera hablando de bobadas. Yo le hablaba del Marvel Universe y de mis películas favoritas, afortunadamente a ella también le gustaba, no tanto como a mí, pero era bonito sentirme comprendido por ella. Tal vez por esa razón los dos nos llevábamos tan bien con Emilio. También disfruté saber si ella ya había hablado de esas películas en su perfil filosófico, y al decirme que no, comencé a explicarle más, mientras ella sacaba análisis rápidos, y después de comentarlos se disculpaba porque probablemente me estaba citando mal algunas de sus referencias. Yo no entendía la importancia de las referencias, pero me encantaban sus aportaciones.  

No dejamos de hablar hasta que ella vio que la pastilla estaba haciendo efecto, y yo comenzaba a quedarme dormido, y es que con esa píldora mis cables se desconectaban de la nada. Así que fue en ese momento que entramos para dormir. Estoy seguro de que yo no habría podido hacerlo de no ser por la pastilla. Ese día fue uno de mis favoritos en la casa, probablemente estaba en mi top 2. 

Al día siguiente, como siempre me quedé dormido después de que nos despertaran a todos. No sé cuánto tiempo pasó, pero desperté cuando alguien entró a mi cama. Me habría levantado rápido, de no ser porque vi que se trataba de ella. Yo estaba de espaldas, y ella entró abrazándome por detrás, yo solté una risita. 

—Desde hace mucho quería hacer esto —me dijo susurrando, yo sonreí mientras sentí su mano acariciándome hasta detenerse en mi abdomen, por lo que yo sujeté su mano también.

A partir de ahí me fue imposible consentir el sueño, yo sólo pensé en todas esas cosas que me hacían posible levantarme. 

—¿Me puedes pasar una de mis pastillas? —le pedí, ella enseguida se movió para dármela, y después guardó el resto. Ante eso yo me giré, para verla hacerlo, y eso me parecía muy tierno. 

Una vez que la tomé, ella se inclinó para darme un besito en la mejilla. 

—El desayuno está listo, por si quieres comer antes de entrenar —le agradecí, pero cuando ella iba a irse la detuve, y le pedí que regresará, está vez hice que ella volviera a meterse en la cama sólo que ahora ella estaba de espaldas a mí, y yo la abracé por la cintura. 

—Siento algo —me dijo entre risas, esa era mi maldita erección. Entonces yo me alejé un poco, le pedí una disculpa, pero ella enseguida volvió a pegarse a mí—. Ahora ya no hables o la jefa te pedirá que te pongas el micrófono. 

Solté una risita, y me quedé en silencio, abrazándola, sintiendo el calor de su cuerpo, esa era mi nueva motivación. 

Más tarde finalmente nos levantamos, y mientras ella desayunaba, y yo tomaba proteína para antes de entrenar, fuimos bombardeados por preguntas.

—¿Ya hablaron o qué? —preguntó Poncho. 

—Ay Poncho, pareces vieja chismosa, déjalos si no quieren hablar entre ellos —dijo Wendy, esto nos hizo reír. 

Enigma [Nicola Porcella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora