Las palabras nunca le harían justicia, aunque dedicara el resto de mi vida a buscar las palabras exactas de todos los idiomas podría ser tan preciso para narrar todo lo que es, todo lo que representa y lo que me hace sentir. Es por estas razones que...
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—¿Ahora soy señorita? —preguntó Frida casi ofendida—. ¿Por qué no he cumplido mi palabra?
—Perdón Frida —yo ya no quería continuar hablando, pero ya lo estábamos haciendo ahí en la habitación, en medio de todos—. Es que yo recordé hace unos días una conversación en el gimnasio, yo te pedí que dejaras de decir que debías salir el domingo, y tú dijiste "está bien". Y ahora estás aquí pidiendo que no voten por ti.
Frida no supo decir algo, sólo bajó la mirada.
—Frida, ¿es verdad lo que dice Nicola Porcella? —preguntó Wendy, moviéndose hasta ella.
—Es verdad, y aquí quiero pedirle disculpas por hacerlo, pero prefiero hablar de esto en privado y cuando él esté más calmado.
—Estoy calmado —le dije.
—Entonces lo hablamos en privado —me dijo demasiado tranquila, pero en esa mirada se notaba una pizca de tensión.
—No, a ver, el pedo se inició aquí, y el pedo se termina aquí —intervino Poncho en un intento por ser gracioso, esa situación se me había salido de las manos.
—No porque está situación ha sido movida por muchas cosas de antes que debemos aclarar, en privado —mencioné para que todos escucharán.
—¿Tienes asuntos pendientes que tratar conmigo? —respondió Frida algo alterada—. ¿Por qué no los has tocado en el momento?
—Porque no quería molestarte, pero en este momento yo no aguanto tanto ya, y tú sabes a lo que me refiero, por eso vamos a esperar a hablarlo juntos y en privado —ella estaba demasiado enfadada, y yo la entendía, pero yo también estaba molesto.
—Claro, hablemos en privado, después de que ya iniciaste un problema frente a todos —dijo molesta.
—¿Entonces debía seguir reprimiéndome y dejando cosas pendientes o expresar lo que pienso? —esto hizo que ella me observara algo molesta, nunca la había visto así, fue entonces que esa mirada retadora me hizo notar que mis manos temblaban un poco, yo estaba muy molesto, y debía calmarme.
Al parecer dejamos al cuarto desconcertado, y Wendy no tuvo más opción que terminar con el programa mientras la tensión se sentía en el aire. Ni siquiera al terminar pudimos hablar a solas porque todos fueron a buscarla a ella y a mí por separado para intentar sacar algo de información. Pero el hecho de que todos se acercaran a preguntarme lo mismo una y otra vez me tenía los nervios de punta, ni siquiera pude comer bien, y ya sólo pensaba en dormir. Ante eso Frida no me hablaba, parecíamos una relación de niños que se comienzan a ignorar cuando tienen una pelea.
Entonces la jefa pidió que sacáramos las cosas que necesitaríamos del vestidor, porque cerraría la puerta para montar la fiesta de ese viernes. De pronto me quedé solo en los vestidores, hasta que escuché la puerta cerrarse, y al voltear vi a Frida parada.