Las palabras nunca le harían justicia, aunque dedicara el resto de mi vida a buscar las palabras exactas de todos los idiomas podría ser tan preciso para narrar todo lo que es, todo lo que representa y lo que me hace sentir. Es por estas razones que...
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—No, la gente debe elegir, eso no te toca a ti —le dije serio. Ahora me llenaba de terror que ella quisiera dejarme solo, cuando ella se había convertido en mi soporte ahí dentro.
—Yo digo que no debemos de adelantarnos ni de querer ser el sacrificio—mencionó Sergio, demasiado tranquilo, intentando disfrazar su sentimiento de rabia por saber que alguien de nosotros debía irse.
—Escuchen —mencionó Frida—. Mi idea nunca fue llegar así de lejos. Desde que comenzamos yo dije que entré para hacer un trabajo de investigación, mismo que complementaría con datos del exterior. Me parece que llegó la hora de comenzar a hacer ese análisis, y observar este experimento desde afuera.
Yo había olvidado sus intenciones y eso me partía el corazón, pero también me daba un poco de rabia. Esa era la semana 7, estábamos a 4 semanas de terminar el reality y tan sólo imaginar la idea de no tenerla ahí, me hacía sentir triste. Mi estado de ánimo se había hecho dependiente de Frida, yo era dependiente de ella.
—O sea sí, pero eso ya no te toca a ti Frida. Tenemos que esperar a que sean las nominaciones, y todo eso. No te adelantes y tratemos de disfrutar lo que queda —habló Sergio. Frida sólo pudo asentir.
La conversación tuvo que cambiar porque Jorge y Barby regresaron a la casa. Ahora mi mente no podía estar tranquila, comenzó a atormentarme la idea de perderla. Por lo que esa vez me alejé para entrenar por la noche. Estaba claro que ese era un comportamiento extraño en mí, y habría sido alarmante si ella no lo notaba, por eso no me sorprendí cuando llegó al gimnasio para hablarme.
—¿Estás bien? —me preguntó, sentándose en esa banca para levantar pesas. Para mi fortuna yo estaba caminando, por lo que fue fácil contestar.
—No, no estoy bien. Primero Jorge intenta llevarte a la suite con él, y después estás tú pidiendo salir el domingo. No puedo estar bien.
—Hey, de lo primero yo no tengo la culpa, de lo segundo tú sabías que era mi objetivo, algún día tenemos que salir de aquí, ¿A qué le temes? ¿Qué te molesta? —yo no podía verla a la cara, esa vez comencé a correr, por lo que mi frustración se veía reflejada en mi velocidad y la exigencia que aplicaba en mis piernas.
—Yo sé que no tienes la culpa, pero si me molestó mucho, ¿por qué pensó que era buena idea elegirte? Y en lo segundo sé que me lo dijiste, y sé que estoy siendo egoísta al pensar que tú estás siendo egoísta por querer irte. Siento que me estás abandonando.
Ella se levantó y se paró justo a un lado de la caminadora, sólo para ver cuánto me faltaba. Pude ver su expresión, era una seria, parecía estar molesta, pero una de las cosas que me hizo atractivo ante ella fue mi honestidad, y yo no planeaba mentirle.
Ella sólo se quedó ahí, esperando.
—Hasta corriendo eres tan sexy —eso me relajó y no pude evitar sonreír, para que enseguida me entrara la nostalgia, no quería alejarme de ella.