J O R G E
Había un extraño zumbido en mi cerebro. Era como si estuviera caminando a través de una espesa niebla y no pudiera ver claramente hacia el otro lado. Su boca en mi cuello estaba creando una niebla de lujuria que amenazaba con hundirme, pero el zumbido seguía llamándome para que explorara lo que había al otro lado.
-Espera, ¿qué has dicho? -dije. El zumbido había parado, y sus palabras se repetían en mi mente hasta tener sentido.
-Dije que te quiero -susurró, moviéndose para besarme de nuevo.
La empujé hacia atrás, necesitando unos centímetros de mi propio aire para pensar con claridad.
-¿Eres virgen? -Hice la pregunta, sabiendo que era contundente, pero pensé que era mejor ir directo al meollo del asunto.
Parecía un poco avergonzada mientras asentía.
-Lo soy.
-Santa mierda -dije, dando otro paso hacia atrás.
Nunca había tratado con una virgen. Ya era demasiado joven para mí, ¿pero virgen? Eso era añadir pecado sobre pecado. Eso fue enorme. Demasiado grande para que lo abordara.
-No me digas que eso te asusta -preguntó en voz baja.
Sacudí la cabeza.
-No me asusta, pero Silv, obviamente has estado esperando a alguien especial. No sé si soy el hombre adecuado.
Este va a ser un momento crucial en tu vida.
-No es realmente tan importante. Quiero decir que sí lo es, pero no me aferré intencionadamente a mi virginidad como una insignia de honor. No tenía ningún gran plan de otorgársela a mi marido en nuestra noche de bodas. Soy virgen por mis circunstancias -dijo con un suspiro.
-¿Tus circunstancias? ¿Qué significa eso?
-Mi padre era el sheriff de la comunidad donde crecí. Ni siquiera podía ir al siguiente pueblo a buscar un chico. Mi padre era conocido en todas partes. Es un tipo rudo y duro y siempre ha sido muy sobreprotector. Apenas podía conseguir una cita para el baile de graduación porque todos los chicos del pueblo estaban aterrorizados de lo que les haría -dijo con disgusto.
No pude evitar sonreír.
-Lo siento. No me estoy riendo, pero creo que es bueno que tu padre haya sido tan protector.
Se burló.
-Cuando me fui a la universidad, estaba decidida a liberarme finalmente de su estrecha vigilancia. Conocí a un chico que pensé que iba a ser el elegido. Luego, resultó que estaba decidido a esperar hasta casarse antes de tener sexo. Salimos durante dos años y nunca tuvimos sexo - exclamó.
Realmente tuve que aguantarme la risa por su obvia irritación y frustración. No fue gracioso, ya que era un asunto muy serio.
-Lo siento, pero no sé si eso es algo malo. Es especial y algo de lo que deberías estar orgullosa.