J O R G E
Era preciosa. Su cara se sonrojó mientras bailábamos durante la noche.
-¿Quieres otra copa? -pregunté.
-Sí, por favor -dijo, ligeramente sin aliento mientras nos dirigíamos a nuestra mesa.
Dejé caer un beso en su frente antes de dirigirme a la barra. Me volví para mirarla mientras esperaba su bebida y la declaré la mujer más sexy del lugar. Era más joven que probablemente cualquier otra persona en el bar, pero nunca se podría decir. Tenía equilibrio, elegancia y se movía con gracia. Nuestra primera cita iba mucho mejor de lo que jamás hubiera imaginado.
Era una cita. Estaba en una cita con una mujer con la mitad de mi edad y la otra mitad de mi alma. Sabía que había una buena posibilidad de que esta noche fuera nuestra última noche juntos. Mañana volvería a su dormitorio y me enviaría un mensaje de texto esa noche, diciéndome que su compañera de cuarto había vuelto y que querían salir juntas.
Entonces las clases empezarían, y sólo la vería de pasada. Era lo que me había dicho desde el principio. Me dejé llevar por nuestra pequeña aventura de las vacaciones de invierno, sabiendo que no estaba destinado a durar.
-¿Por qué pareces tan serio? -preguntó juguetonamente mientras le daba la bebida fresca.
-Siempre soy serio.
Sacudió la cabeza.
-Uh-uh. Sé lo que estás pensando. No lo hagas.
-No estoy pensando en nada más que en llevarte a casa -mentí.
-Puedes pensar en eso todo lo que quieras, pero no pienses en nada más -advirtió.
Tenía razón. Sabía lo que pensaba porque habíamos pasado suficiente tiempo juntos como para conocernos muy bien ahora. Le sonreí, apoyé mi mano en la suya y miré a la creciente multitud. Era casi medianoche. Planeaba besarla cuando el reloj marcara las doce y luego llevarla a casa para que sonara el año nuevo de la manera correcta.
Silv era joven y hermosa y no era justo para ella desperdiciar su juventud por cargar con un viejo como yo. Tenía mucho más que vivir. No quería ser quien la retuviera.
-Voy a visitar el baño de los chicos. Cuando vuelva, será mejor que estés lista para bailar -dije con una sonrisa.
Sus labios llenos y rojos se envolvieron alrededor de la pequeña pajilla de su vaso mientras aspiraba el líquido.
-Te estaré esperando.
La dejé y me dirigí al pequeño pasillo donde los baños estaban ubicados. Cuando volví a la zona principal, miré inmediatamente a la mesa donde había dejado a Silv. Había un hombre hablándole, utilizando el asiento que había dejado libre. Los celos me invadieron mientras veía al hombre coquetear abiertamente, mirándola de una manera que no me gustó.