S I L V I A
Sabía que era arriesgado aparecer en su puerta sin anunciarme y sin ser invitada. El hombre tenía una vida y que me presentara así fue probablemente un poco grosero. Esperaba que no pensara que lo estaba acosando o que esperaba que me profesara su amor.
-Déjame tomar tu abrigo -ofreció.
Sonreí y desaté el cinturón, encogiéndome de hombros mientras me ayudaba a quitarme las mangas. Me quité el sombrero, esperando que mi cabello no fuera un completo desastre, y lo puse al final de la mesa. Se veía muy sexy en su atuendo casual. Todo lo que podía pensar era en cómo se vería sin camisa. Sentí que nuestro interludio había terminado tan rápido como había empezado. No había tenido tiempo de explorar su cuerpo. Después de pasar varias noches largas en mi cama en casa fantaseando sobre cómo sería estar con él una vez más, había decidido aprovechar la oportunidad. Nunca conseguiría lo que quería y anhelaba si no estaba dispuesta a arriesgarme.
-Siento aparecer así como así -murmuré.
-Me alegro de que lo hicieras. Podemos cenar juntos. Esperaba que mi hijo se pasara por aquí, pero sé que las posibilidades de que eso ocurra son muy escasas. Hice una tonelada de comida -dijo.
-Mi pequeño y escaso postre que ofrecí palidece en comparación con todo esto -exclamé mientras entraba en la cocina y veía los muchos platos cubiertos de papel de aluminio colocados sobre el mostrador.
Se encogió de hombros.
-Podría haberme pasado un poco de la raya.
-Vaya. -Era todo lo que podía decir.
-Ya está casi hecho. Si quieres tomar un par de platos de ese armario, podemos comenzar a comer. En realidad, me muero de hambre. Además, he estado bebiendo vino mientras cocinaba y me vendría bien algo más que líquido en el estómago.
Lo miré y sonreí.
-¿Significa eso que estás un poco ebrio?
Se rio.
-No tanto.
-Maldición, esperaba poder aprovecharme de ti -solté antes de recordar que no estaba allí para pedirle sexo.
-Todo es posible -respondió fácilmente.
El calor me atravesó con la idea de que podría haber una oportunidad de estar juntos de nuevo. Hice lo que pude para mantener la calma y llevé platos y cubiertos de papel de aluminio a la mesa. Con vasos de vino fresco para cada uno de nosotros y un festín extendido en la mesa, nos servimos. Hice lo que pude para tomar sólo pequeñas porciones, pero todo se veía tan increíble.
-¿Cocinas mucho? -pregunté, los sabores de las patatas batidas explotando en mi boca.
-No sé si dirías mucho, pero he sido un soltero la mayor parte de mi vida. Tuve que aprender a cocinar o habría sido relegado a la pizza congelada y a los fideos ramen.