S I L V I A
No pude evitar que las lágrimas se deslizaran por mi cara mientras tomaba mi bolso y me dirigía hacia adentro. Mi corazón dolía. Me quedé allí como una tonta, esperando que él le diera la vuelta al coche y volviera.
Lo lamentaba. Le había dicho que lo sentía, pero sabía que mi disculpa había caído en oídos sordos. Podía sentir la ira irradiando de él mientras conducía en silencio. Tenía la mandíbula apretada y sus ojos nunca abandonaron el camino. El agarre de nudillos blancos en el volante hizo que me diera cuenta de lo enfadado que estaba. Traté de explicárselo, pero cuando revisé mis muchas excusas y razones, las escuché y pude entender que no las creyera.
Había tenido muchas oportunidades para contarle en las últimas cuarenta y ocho horas. Pero tenía miedo de arruinar lo que fue un hermoso fin de semana. Por mucho que creyera su versión de la historia sobre la situación de Jacob, una parte de mí todavía estaba preocupada porque él no estaba realmente a la altura de la tarea de ser padre. No podía soportar decírselo y que se alejara. Si él me dejara, no estaba segura de cómo lo manejaría. No quería sentir ese tipo de dolor.
Abrí la puerta de mi habitación, las lágrimas fluyeron en serio. Chris levantó la vista de donde estaba sentada en su escritorio e inmediatamente se puso de pie. Sus brazos me rodearon, abrazándome mientras sollozaba. Una vez que las lágrimas disminuyeron, me hizo sentar en una silla.
-¿Qué pasó? -preguntó suavemente.
-Lo sabe -Lloriqueé.
-¿Sobre el bebé?
-Sí. El estúpido consultorio del médico llamó, y la mujer prácticamente estaba gritando por teléfono. ¿Quién llama un domingo?
-No lo sé. ¿Supongo que no tomó bien las noticias?
Sacudí mi cabeza.
-No. Tuvimos un gran fin de semana. Tal y como pensé que sentía si él regresaba inundándolo todo. Nos llevamos muy bien y realmente pensé que íbamos a hacer que funcionara entre nosotros. Dijo que quería intentarlo. Sabía que no iba a ser una solución perfecta y la gente nos miraría asombrada mientras los rumores volaban a nuestro alrededor, pero ambos acordamos que estábamos de acuerdo con eso.
-¿Y no le contaste sobre el bebé mientras planeabais vuestro futuro? -cuestionó.
Hice una mueca, sacudiendo la cabeza.
-No.
Dejó escapar un largo suspiro.
-Ya veo.
-Está tan enojado conmigo. Me dejó sin decirme una palabra - dije, las lágrimas brotaban de mis ojos otra vez.
-Está disgustado ahora mismo. Lo superará. Dale algo de tiempo para procesarlo todo y que se despeje. Estoy segura de que volverá.
Sacudí mi cabeza.