S I L V I A
Hacía lo que podía para no contener la respiración. Parecía que había estado esperando este momento toda mi vida. Miré a Jorge, repentinamente ansioso.
-Respira -susurró.
Exhalé. Cerrando los ojos por un segundo, me preparé para el dolor.
Había escuchado que la primera vez dolía. Diablos, había oído que podía doler en cualquier momento. Sentí su gran polla presionando contra mi abertura. Empujó, suavemente al principio, luego un poco más fuerte, haciendo la primera penetración. Podía sentir mi cuerpo poniéndose rígido después de estar tan relajado un breve segundo antes.
Se inclinó y me besó sin moverse dentro de mí. El beso era lo que necesitaba para relajarme. Gemí dentro de su boca, el deseo inundaba mi interior. Empujó de nuevo y me quedé helada, con los ojos abiertos.
-Relájate -respiró.
En un rápido movimiento, empujó profundamente a mi interior, rompiendo la barrera virginal y acomodándose dentro de mí. Lloré, sintiéndome estirada y como nada que haya experimentado antes. La pizca de dolor desapareció casi tan rápido como llegó.
-Me gusta -respiré.
Se rio entre dientes. Estaba tenso, como si sintiera dolor.
-¿Estás bien?
-¿Eso es todo? -pregunté.
Hizo una mueca.
-Joder, no.
-Oh -dije, preguntándome si estaba fallando completamente en el tema del sexo.
-Acabamos de empezar. Te sientes tan bien a mí alrededor. No quiero hacerte daño, pero estoy luchando con esto -dijo con dificultad.
-¿Qué necesitas que haga?
-Nada. Te tengo. Recuéstate y disfrútalo. Haré todo lo posible para darte placer.
-Me siento muy complacida. -Sonreí.
-Nena, esto es sólo el comienzo -dijo con voz ronca.
Se inclinó y me besó antes de empezar a moverse. Una nueva serie de deliciosas ondas de choque se movieron en espiral por mi cuerpo. Me aferré a él, mis uñas rascando su espalda mientras la pasión se apoderaba de mi cuerpo. Lo que había hecho con su boca había sido asombroso, pero la sensación de que estuviera dentro de mí era mucho mejor. Sentí que mi cuerpo se abría, llevándolo más profundo.
Cuando la sensación de espiral comenzó a bajar a los dedos de mis pies, gemí fuerte y largo. El orgasmo comenzó lentamente, envolviéndome en un delicioso calor. Mi cuerpo hizo erupción, arrastrándolo junto a mí.
Jorge se sacudió, sus ojos se cerraron con fuerza mientras explotaba en mi interior. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo empujé contra mí.