Flashback de JiMin

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—Fallon —llamo suavemente, entrando lentamente a su cuarto.

Ella está sentada en su cama, con la espalda descansando en la cabecera y sus rodillas levantadas. La habitación está oscura, excepto por la pequeña luz que brilla en la mesa de noche.

Puedo ver sus ojos saltar del libro que está leyendo.

—Yo... Yo, um... —tartamudeo, sintiéndome como un completo idiota. ¿Para qué infiernos vine?

Ella ha estado ignorándome completamente desde que tuvimos sexo la semana pasada. Aunque yo no he parado de pensar en eso.

—¿Qué quieres, JiMin? —Su tono filoso cortó mi confianza, y casi me doy vuelta y salgo de la habitación.

Pero no puedo. He estado tratando toda la semana de no mirarla, tratando de no buscarla por los pasillos de la escuela, tratando de no pensar sobre cuánto la deseo.

Tengo que saber.

—Tú. —Tragué y mantuve mi cabeza en alto—. Te deseo.

Ella dejó caer sus rodillas y cruzó sus piernas.

—¿Así que piensas, entonces, que soy una zorra? ¿Justo como mi madre, JiMin? —Ella me recordó mis horribles palabras hacia ella.

—Jesús, no. —Camino hacia el final de la cama—. No quise decir eso. Sabía que eras virgen... como yo.

Vi sus cejas levantarse con sorpresa.

—Yo solo... —continúo—. Yo solo no puedo parar de pensar en ti.

No puedo parar de pensar en ti.

Ella mira hacia abajo y lentamente desliza el libro fuera de su falda sobre la cama.

Ella está pensando. Con Fallon, eso puede ser malo. Pero ella no me había botado, tampoco. Rodeé el final de la cama para pararme a su lado.

—¿Te gustó? —pregunté.

Ella miró arriba hacia mí, y su voz se suavizó.

—Pensé que solo estabas borracho y enojado. No pensé que tú querías... —se calla, sacudiendo su cabeza.

Azotando las mantas, balancea sus piernas en el borde de la cama y me mira.

—Siempre me has insultado, JiMin —acusó. Me arrodillé, mis jeans rozando sus piernas.

—Soy un idiota. Eres hermosa, y no sé por qué no lo vi.

Sus apretados labios están enojados.

—Tú solo me deseas porque estoy aquí. Tú piensas que porque lo hicimos una vez, no diré que no.

—Puedes decir que no. —Planté mis dos manos en la cama, una a cada lado de ella, y ella miró mi pecho desnudo—. Puedes cerrar con llave la puerta, y nunca entraré otra vez. Simplemente no puedo dejar de pensar en ti. Amo los piercings. Me encienden. Amo que no te vistas como una chica aniñada. Me gusta que nadie más llegara a ver lo que vi. Por favor dime que te gustó, Fallon. —Busqué sus ojos.

Por favor no digas que no. Por favor, dime que puedo tocarte, quiero gritar. La habitación está quieta, excepto por el zumbido de la luz que viene desde las rendijas de ventilación de la calefacción. Ella toma aire y busca en su falda por las respuestas que ya tiene. Ella me desea también. Si no lo hiciera, ya me habría pateado fuera de su cuarto.

Su ajustado top sin mangas y su short de dormir están dentro de mi toque. Puedo difícilmente respirar, sabiendo que en este momento ella me va a pedir que me vaya, o me va a permitir sentirla otra vez.

Luego de un momento, ella tira el borde de mi camiseta gris.

—Esto no significa que tenemos que pasar el rato, ¿no? Porque aún odio tu música y a tus amigos. —La alegría se apodera de mi pecho, esparciéndose como un incendio forestal por mi cuerpo. Mi inclino hacia su cuello y lo beso.

—Solo de noche —susurro.

Enemigos {F.A.S; #2} ➳ Park JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora