Capítulo 2

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Fallon

—¿Fue ese tu primer beso? —pregunta él, tirando su cabeza hacia atrás para mirarme. Mantengo mi mirada hacia abajo y agarro la barra de la cocina detrás de mí. Esto se siente mal. Él está presionándome de nuevo en el mostrador, y no me puedo moverme. Duele.

Solo míralo, me digo a mí misma. ¡Míralo, idiota! Dile que retroceda.

Él no te ve. Es un manipulador. Te hace sentir sucia.

—Ven aquí. —Él agarra mi cara, y me estremezco—. Te voy a enseñar cómo utilizar esa lengua.

Esto se siente mal.

—¿Fallon? —La voz suave, ligera rompe a través de mi sueño—. Fallon, ¿ya estás despierta?

Oí un golpe.

—Voy a entrar —anunció ella.

Abrí los ojos, parpadeando la niebla de sueño de mi cerebro. No me podía mover. Mi cabeza se sentía separada de mi cuerpo, y mis brazos y piernas estaban moldeados a la cama, como si un peso de diez toneladas se sentara sobre mi espalda. Mi cerebro estaba activo, pero mi cuerpo seguía profundamente dormido.

—Fallon —cantó una voz hacia mí—. Te hice huevos poché. Tus favoritos.

Sonreí, doblando los dedos del pie y apretando los puños para despertarlos.

—¿Con tostadas para sumergir en la salsita? —grité desde debajo de mi almohada.

—Con tostadas blancas, porque los multi granos son para maricas —dijo Addie inexpresiva, y recordé que le había dicho esas mismas palabras hace unos cuatro años, cuando mi mamá se había casado con Jason Park y nos vinimos a vivir aquí.

Le di una patada a las cubiertas de mis piernas y me senté, riendo.

—Te extrañé, amiga. Eres una de las únicas personas en el mundo a las que no quiero cortar.

Addie, el ama de llaves y alguien que había actuado más como una madre para mí que la mía, era también una de las únicas personas con las que no tenía obsesiones.

Ella entró en la habitación, maniobrando con cuidado una bandeja llena de todas las cosas que no había comido en años: huevos poché, cruasanes, jugo de naranja recién exprimido, ensalada de frutas con fresas, arándanos y yogur. Y ¡mantequilla de verdad!

Bien, no la había probado todavía. Pero si conocía a Addie, sería real.

Mientras dejaba la bandeja sobre mis piernas, metí mi cabello detrás de mis orejas y agarré mis gafas de la mesilla de noche.

—Pensé que habías dicho que eras demasiado genial para anteojos hipster —me recordó.

Metí un trozo de pan tostado en la yema de huevo.

—Resulta que tenía un montón de opiniones en ese entonces. La mierda cambia, Addie. —Le sonrío feliz cuando tomo un bocado, salivando más mientras el cálido sabor salado de la yema de huevo y la mantequilla golpean mi lengua—. Pero al parecer ¡no en tu cocina! Maldita sea, chica. Echaba de menos esto.

Addie está lejos de ser una chica en apariencia, pero lo era más que alguien que conociera en personalidad.

No es solo un ama de casa valiosa, sino que resultó ser la señora de la casa que el señor Park necesitaba. Se encargaba de las cosas de la forma en que mi madre no hacía. Por supuesto, Addie y el Sr. Park no se acostaban juntos. Ella era unos veinte años mayor que él. Pero... se encargaba de todo. Desde la casa, los jardines, de su calendario social fuera del trabajo. Anticipaba sus necesidades, y era la única persona que nunca podría insultar. En serio. Lo podía llamar una imbécil, y él solo rodaría los ojos. Ella se había hecho invaluable, y debido a ello, llevaba los pantalones en esta casa.

Enemigos {F.A.S; #2} ➳ Park JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora