Capítulo 28: Desfile, drama y conejos

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—¡Oye Tara! Ya puedes pasar si quier... ¿Un conejo?

—Un conejo.— aseguré con la cabeza gigante de conejo aún entre mis manos. —No pienso usar esta cosa, me niego.

—Creo que... te ves bien, quiero decir, ¡eres un conejo!

—Definitivamente eso no ayuda, pero gracias. —me veía como una bola de lana enorme y blanca sin la cabeza, pero esto ya era lo suficientemente humillante como para que luego termine sin ver nada mientras llevo tazas de porcelana. —¡No es justo! Tú te ves muy linda con el disfraz.

—¿Qué pasó con el otro? —¿Era idea mía o se había sonrojado?

—No lo sé, en cuanto di la vuelta ya no estaba. Raro. —giré para buscar mi delantal, quise agacharme para recogerlo entre mis cosas, pero por la enorme barriga de conejo no podía moverme tanto.

—Yo te ayudo. —Gwen corrió hacia mí y me ayudó con el delantal. Ni siquiera ella pudo atarlo a mi cintura porque... mi cintura había desaparecido.

—Lo estás pegando con tu red ¿verdad? —ni siquiera podía voltear para verlo, pero algo me lo decía.

—¿Yo? Claro que no. Ya estás lista.

Bufé antes de salir, ya me había cansado y no había hecho nada aún.

—¿Por qué eres un conejo? —Charlie fue el primero en vernos desde la caja registradora.

—¿Por qué tienes un conejo para disfraces?

—Buena pregunta, la mesa doce está esperando a ser atendida. —cambió de tema.

—Ya voy, te dejo a Gwen. Gwen, Charlie. Charlie, Gwen.— los presenté antes de irme corriendo a atender a la mesa. Corriendo era un decir, ni siquiera podía levantar bien las piernas.

—Festividad equivocada.

Dejé los menús sobre la mesa y me giré para ver quién se estaba burlando de mi fabuloso atuendo.

—¡Oye eso era mío! —Era Matt, vestido con el traje desaparecido.

—No tenía tu nombre.— se burló de mí.

—Este ni siquiera es tu turno. —contesté.

—No lo es, pero tenía un novio en apuros. —señaló a Charlie, mientras él estaba detrás de la caja vaciando toda una bolsa de dulces en una mega calabaza naranja.

—Estoy segura de que a tu novio le gustaría verte de conejo.

—No, de hecho me elogió mucho el disfraz.— siguió burlándose.

—Te odio, pero sí te queda bien. —me resigné a ir vestida de pascua todo lo que quedaba del día. Volví a girar para tomar la orden de la mesa que estaba atendiendo, gracias a mi grandioso don de un oído agudo, nótese el sarcasmo, odio eso, lo escuché irse también.

La música comenzó a aumentar, muy pronto comenzaría a venir la gente por la pasarela de disfraces.

De rato en rato revisaba que todo estuviera bien con Gwen. Parecía un imán de niños, incluso llegué a ver como algunos le pedían fotos, qué linda.

—¿Sabes si todavía tenemos pie de calabaza? —Matt se acercó de nuevo.

—Creo que se terminó.

—Oye ¿estás bien? Estás... un poco muy roja.

—Esta botarga es horrible.

—Descansa un par de minutos, yo me encargo de estas mesas. Mójate la cara o algo, te ves muy mal.

Spider-Woman: Across Our Hearts ৷ Gwen StacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora