Capítulo 53: Pánico

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En cuanto desperté supe que esto ya no era más la Academia, y tampoco Nueva York, y mucho menos mi universo. El olor a pintura en aerosol fresca me tenía lo suficientemente mareada como para mantenerme quieta donde estaba.

—¡Sigue viva! —De un momento a otro tenía a Gwen a menos de diez centímetros de mi cara, pinchándome con su dedo índice, como si esperara alguna reacción mía. —Eso parece.

Quise quitarme su mano de encima, porque comenzaba a ser molesto, pero por alguna razón mi brazo no se movió mucho.

—A mí también me sorprende seguir viva. —Sacudí la cabeza y en ese momento dejó de punzarme.

—Si van a besarse vayan a otro lado, estoy en algo aquí. —No podía verlo, pero esa era la voz de Hobie. ¿Habría alguien más aquí?

En cuanto mis ojos se acostumbraron a la luz del día recorrí lo poco que podía ver desde esta posición. Estaba recostada sobre el sofá de Hobie.

Tenía una incómoda y dolorosa sensación de ardor y comezón en mi cuello, pero no quería pensar en eso ahora, luego me encargaría de reclamarle a Gwen el intento de homicidio, sin Hobie al lado.

—Nadie va a besar a nadie. — respondí, quise levantarme, pero no pude, pero no porque mi cuerpo no reaccionara o no tuviera la suficiente fuerza para hacerlo, mis muñecas y tobillos estaban sujetas al sofá, completamente pegadas al viejo y sucio tapiz.

—Que decepción, ella ya había preparado todo. Tiene fetiches raros. —Hizo alusión a mis manos y pies sujetos. La primera reacción de Gwen fue lanzarle un cojín. —No rompas mis muestras, o tendrás que sacarle tú misma la sangre.

Al mismo tiempo que terminó de decir eso, yo tiré con fuerza del brazo derecho, y terminé arrancando otro pedazo de tapiz junto con la red de telaraña que me tenía prisionera.

—¿¡Sangre!? —reclamé. Ahí estaba, en el brazo que acababa de liberar, una bandita con algodón. —¿Me sacaste sangre? —Quise voltear a ver a Hobie, pero no lo veía aún.

—¡Hobie! —gruñó Gwen a mi lado. —No le hagas caso. —Cubrió con su mano la bandita en mi brazo.

—Te dije, tiene fetiches raros. —Ahora tenía a Hobie a mi lado también, con un vaso de agua. —¿Por qué no le dices y ya?

—¿Decirme qué? —Recibí el agua y bebí todo lo que tenía de un solo sorbo, me sentía extrañamente deshidratada. Ambos se miraron sin darme ninguna respuesta. —¿Al menos podrían soltarme?

—No me mires a mí, también me obligan. —Hobie desapareció nuevamente.

—Lo haré, más tarde. Por ahora, ¿por qué no tratas de recuperarte un poco? —Había culpa en la voz de Gwen. ¿Por envenenarme? Probablemente.

—Ya estoy bien, necesito regresar o voy a meterme en serios problemas. —Comencé a forcejear el brazo izquierdo hasta liberarme.

—Será peor si regresas. —Habló Hobie desde algún lugar. —Bueno, hagan como que no estoy aquí.

Finalmente liberé mi otro brazo, me sentí victoriosa.

—Déjame explicarte todo. —Gwen tiró una red a mi brazo recién liberado de nuevo, y la pegó contra el espaldar del sofá, quitándome toda victoria.

—Hazlo luego. — Tomé su muñeca izquierda, me aferré a ella intentando quitarle el reloj que tenía puesto.

—¡Hey! —Se levantó inmediatamente, pero estaba suficientemente aferrada a ella como para que al alejarse, me llevara con ella. Un movimiento de ella bastó para que mis tobillos y mi otro brazo quedaran libres, aunque había escuchado como el tapiz se desgarraba. —¡Quítamela!

Spider-Woman: Across Our Hearts ৷ Gwen StacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora