Capítulo 16.
Pongo los ojos en blanco, pero no me queda otra opción, me subo a la caminadora y Sarah está a un metro de distancia mío, y siento su mirada en mí desde que la caminadora empieza a avanzar, trato de no mirarla mientras avanzo, en pocos minutos, no sé qué diablos hace Sarah, pero la caminadora sube de velocidad y trato de mantener el equilibrio mientras sube, ya que las manos las tengo un poco lastimadas, pero no como antes y no puedo sostenerme. Niego ligeramente con la cabeza, para poder concentrarme, de imaginarme que puedo salir de aquí, y tan sólo pensar eso, acelero el paso, corro más rápido y siento mis piernas temblar, pero después recuerdo de que no puedo salir, de que todo esto es tan sólo un entrenamiento y nadie puede salir.
Me empiezo a detener poco a poco, Sarah lo nota y cuando comienza a bajar la velocidad, me bajo de inmediato de la caminadora quitándome en segundos los estúpidos cables y me siento en el suelo negro.
Quiero irme de aquí, no quiero seguir haciendo esto. Esto es absurdo. ¿Por qué sólo yo? Tal vez, Sarah hubiera puesto a alguien más aquí y no solamente yo para no sentirme tan presionada y sola. No quisiera ser la única aquí encerrada actuando como una niña pequeña.
Empiezo a llorar, no sé qué otra cosa hacer, quiero largarme de aquí y que Sarah se joda. Subo mis rodillas a mi pecho, y las abrazo, cuando veo los tacones negros de Sarah en frente de mí.—Rose..., —escucho que me habla, pero no me atrevo a mirarla.
—No, no lo hagas Sarah —le digo entre sollozos.
—Tienes que seguir.
—No, no tengo que seguir —levanto la mirada, y Sarah me observa con la cabeza un poco inclinada, como si me tuviera lástima, y continúo con ira—, sí quiere que siga, tiene que ser paciente, me separaste de lo único que tenía.
— ¿Y qué era? ¿Qué era lo único que tenías? —me pregunta inclinando más la cabeza, como si no supiera a lo que me refiero.
—A mis amigos.
—Sólo eran dos..., —me dice en voz baja.
—No importa, ellos son lo único que tenía, son como mi familia.
Sarah me mira, analizando mis palabras y la veo asentir pero muy ligeramente y por unos segundos quita la mirada en mí, pero vuelve a hablar.
—Ellos son sólo una distracción cariño —me responde después de minutos de su distracción en mis palabras anteriores.
— ¡No lo son! —me levanto en segundos y me pongo en frente de ella y mi ira crece cada que ella habla así de mis amigos, de mi única familia.
—Claro que lo son Rose —me dice arrastrando las palabras al verme cerca de ella y sigue de todas maneras—, no sigas comportándote de esa manera conmigo o los Drods, sí no, habrá problemas.
— ¿Qué problemas? —la provoco alzando más la voz, y mirándola directo a los ojos. Se queda callada y desvía la mirada.
No...
—Sí les haces algo..., —comienzo a amenazarla, pero me interrumpe hablando.
—No lo haré. Sólo sigue mis órdenes y continúa entrenando.
—No soy un maldito Drod para que me hables así Sarah.
—Lo sé perfectamente —le dice asintiendo suavemente, y se va de la maldita Sala. ¿Qué carajos? ¿Ella cree que puede hablar mal de mis amigos y largarse como si nada? Me cabrea esa actitud de ella.
Algunos Drods entran al instante para revisar de que todo esté en orden. Pongo los ojos en blanco y suspiro.
Pongo mi cabeza encima de mis rodillas, aún sigo llorando. Quiero irme con Lillya y Mike. Quiero verlos. Quiero irme con los dos chicos que han formado parte de mi vida, que todo lo que ha pasado y pasará lo enfrentaremos juntos.
Vimos un buen lado de lo que es nuestra oscura vida, sin importar toda la mierda que pasa en el planeta. Los Drods me vuelven a poner los estúpidos cables y no me muevo ni protesto ésta vez. Me ponen la cinta gris en mi cuello y en segundos, se ajusta a él, y la pulsera negra, un Drod le aprieta uno de los pequeños botones e inmediatamente, se ciñe a mi mano y se prende con una luz neón, y dice ritmo cardíaco: normal.
Continúo llorando, y sé que me están estudiando, y me veré débil.
Pero no me interesa.Lloro con tan sólo recordar todo lo que está pasando y quizá no los vuelva a ver.
Me subo de nuevo en la caminadora, no puedo hacer otra cosa, ya que tengo las manos lastimadas, no me quito las vendas, y comienzo a correr, otra vez, imaginando que puedo salir de aquí, sólo porque sé que puedo.
...
Cuando regreso a mi celda, después de que los Drods me dijeran de que el Entrenamiento había acabado, pregunté sí mañana regresaría y como siempre con su estúpido juego de: no le contesten a Amy. El Drod que está a un lado mío, aprieta el código rápidamente y no puedo ver otra vez los números, suspiro y cuando pongo los ojos en blanco, miro mi celda, hay una cama en ella. ¿En serio?
No van a convencerme de esa manera, de que sea su maldito títere. Nunca, nunca, aceptaré esas mierdas de robots. Por su culpa cambiaron mi vida, por su culpa, se hizo oscura mi vida y jamás los voy a aceptar, ni a Sarah. Y no importa lo que hagan para que quieran que los acepte. Jamás aceptaré a Sarah y sus creaciones de robots.
Al entrar, me siento en el suelo, y el Drod, con los otros, me mira como si fuera un maldito animal, y todos ellos salen de la Sala de Observaciones.Levanto la mirada en la cama, y es mejor de las que nosotros tenemos en casa, se ve..., cómoda. Tiene un edredón de color gris metálico, y se ve que está flotando, pero no es así, su base es diferente y está pegada en la pared de cristal, encima de ésta, no me había dado cuenta de que había una caja en ella. Me acerco rápidamente y la abro, adentro está la crema para las manos que me dio Jane, también hay una botella de agua, y una banana. Miro las cámaras porque sé que Sarah está observándome y le doy una mirada prácticamente diciéndole:
"Seguramente te quedarás pobre Sarah".
Pongo los ojos en blanco y enseño el dedo del medio a la cámara. Me alimento de mi banana, al terminarla después de bocados pequeños, tomo la crema y la pongo en mis manos, y las amarro con las vendas. No tengo idea de qué hora es, pero supongo que ya es de noche porque tengo un poco de sueño y como me niego a dormir en la cama gris, me acomodo en el frío suelo y trato de dormir.
...
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Dark Life [Sin Editar]
Science FictionDurante quince años, la humanidad se sumió en un mandato mundial creado por Sarah Oldfield, directora del Programa Advanced Technology y creadora de los Drods, robots con la capacidad de interactuar como un ser humano normal. La vida de todos se bas...