A estas alturas Gavi no sabe lo que quiere, y sus actitudes de gilipollas solo harán de Janna un manojo de sentimientos e inseguridades. ¿Tiene que cambiar él para poder seguir a su lado? ¿O tiene Janna que aguantarlo por que realmente lo ama?
Jann...
Estaba en el centro comercial, buscando algún vestido bonito que ponerme para la cena de esta noche, si, hoy me había tomado el día, pues no iba a ir como una loca para allá.
Ya sabía yo que no tenía dinero para gastar en un vestido caro, pero la ocasión lo requería y me iba a ver como una completa zorra esta noche, el Gavi iba a quedar boca abierta.
Hablando del sevillano, no me quitó la mirada ayer en todo el día, pues estuvimos hablando después del entrenamiento y se notó borde con Héctor, un nuevo chico de la masía.
A mis 18 años de edad ya tenía muchas cosas que una persona de 30 no podía haber conseguido, y tal vez tendría que estar agradecida con eso. Pues tenía una casa en un barrio muy caro de Barcelona, un Mercedes que me había quitado medio pulmón, un trabajo considerable, un sueldo maravilloso y una universidad más considerable aún.
¿Que más podía pedir?
Un Pablo Martín Páez Gavira, dorsal 6 en el Fc barcelona, y el 9 en la selección española. Con un carácter y un temperamento brutal, un físico de Dios, un folleo sin tabú... Y lo mejor de todo, una maldita verga sagrada.
Esto era mucho más de lo que yo podía soportar en mi vida.
No había llegado a la casa y ya estaba pensando que me iba a hacer en el pelo, no tenía intención de acomodarlo, pero si lo dejaba mojado, a los minutos iba a parecer una bruja.
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Había llegado la hora, el momento de ir a esa cena donde Gavi estaría y más que seguro me lo pondrían al lado. Estaba molesta, mi pelo hoy había echo lo que quiso, pero no iba a darle el gusto.
Tomé mi cartera y salí de casa, con los tacones en la mano. Iba tres minutos tarde si contaba los que pasaría en el coche.
Salí rumbo al restaurante que mágicamente estaba cerca y no duré mucho. Al llegar los chicos estaban en el mismo plan que yo y pasamos, saludándonos y conversando.
Acomodé un poco mi vestido, antes de pasar a los pasillos.
Al pasar me encontré con la figura de mi hermano, y me quedé un poco asombrada de verdad. ¿Él que hacía aquí?
- ¿Gerard? - llamé y el nombrado se giró a mi con una gran sonrisa - Piquesito.
Le abracé unos minutos y luego le llené la cara de mi labial. Si, lastimosamente mis padres eran los mismos a los de Piqué y compartía sangre con el gran infiel español. Tenía casi dos meses sin verle, creo que última vez que nos vimos, fue para su despedida en el Camp nou. Gracias a él y a papá conseguí este trabajo y vaya que ya tenía algo de tiempo.
- Que guapa estás - me sonrió y besó mi frente - No sabes la falta que me haces, ahora no puedo ni visitarte.
Sonreí viéndole a los ojos. Nunca quise tocar el tema de Shakira con él, hasta ahora no hemos tenido una conversación en la que él me explicase sus razones para engañarle con Clara.
Estaba decaído, desde que la colombiana se había ido con los niños mi hermano se notaba algo triste, y hasta yo lo estaría después de todas esas canciones y tiraderas a las que solo les faltan sus nombres.
- ¿Como están los niños? - pregunté y él asintió. Supongo que diciendo que estaban bien.
Pasamos a la mesa y luego de comer con los chicos, nos pasamos a un lugar donde había un pequeño podio y ahí se montó Laporta con el papel que le había dado ayer por la mañana.
- Hace años que nuestro club está pasando por un mal momento económico, pero como ya lo dije, no hay de qué preocuparse, poco a poco sacaremos esto adelante con la ayuda de ustedes. - esas fueron las últimas palabras, ya que gran parte de las primeras me la pasé observando a Gavi. Este reía de vez en cuando con Araújo que estaba a su lado.
Una qué otra vez se giró a mi con una sonrisa malisiosa, pero las ignoré por completo por que ya sabía a donde venía eso.
- Ahora, queremos que pase nuestra asistente preferida - aplaudía junto a los chicos mirando a todos lados y esperando a que la mencionada pasase, pero en vez de eso me gané la mirada de todos.
- ¿Qué? - pregunté con miedo.
- Pasad, Janna.
Me tragué la saliva y camine con cautela a donde me diferon y un sonriente Xavi me esperaba con una camisa de espaldas. Era el jersey, pero lo mejor de todo fue cuando lo volteó y dejó ver el número 3 y mi nombre y apellido.
- Gracias por tu lealtad y tu ayuda en estos años de sequía, Janna. Esperamos que desde hoy seas una más de nosotros y disfrutes tu nuevo dorsal.
Sonreí sin poder decir ni una palabra y Laporta me tomó de la mano, dándome un grato abrazo mientras los chicos aplaudían. No sabía si estaba feliz, o qué era lo que me pasaba pero no cabía en tanta dicha. Ese dorsal lo usaba mi hermano antes de marcharse y yo me sentía orgullosa al poder cargarlo en mi espalda.
Crucé miradas con Pablo, que me sonrió y susurró "mía, Janna" .
Casi me ahogo y pasé en lo que queda de noche contemplando la cálida y tomándome cuantas fotos se me atravesaran.
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@jannapique.
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FC barcelona, mi casa 🏟️💓.
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