22. 1• Champions.

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|Septiembre 19|


¿Acaso era su culpa estar tan jodidamente enamorada de Pablo? Pues suponiendo que en este momento ella le perdonaría hasta la peor de las infidelidades, no sabría qué responder.

Había pasado una semana, donde las pruebas de embarazo sobraban y Janna seguía sin poder creer que lo estaba. ¿Y en qué puede pensar ahora? tenía que tomar medidas antes de ser más notoria, pero simplemente su cabeza no daba para más.

— Dame paciencia, por favor.

El día de hoy iba a ser muy difícil para ella, y no precisamente por que empezaba la Champions, más bien por que renunciaría. Sí, Janna Piqué le diría adiós al trabajo que le devolvió la vida.

Levantó su culo de la cama, hace mucho que estuvo lista. Hace unos días se encargó de comprar abrigos y ropa de tela gruesa. Se puso su mejor campera negra. Suspiró de nuevo y salió de la casa, que ahora olía a "bebés" como decía su novio Pablo.

Al salir por la puerta echó un vistazo a la casa a su lado, a altas horas de la mañana, Pablo posiblemente estaría durmiendo.

Lamentablemente más tarde arrancaba la liga de Campeones, y con eso mucho ajetreo para los chicos del Barcelona. Janna aprovecharía que ninguno estaba en la Cuitat Esportiva a estas horas. Eran mínimo las seis de la mañana, y viendo la agenda de Laporta este vendría desde temprano.

Arrancó carretera rumbo a su trabajo, que más tarde sería su ex empleo. El tráfico no ayudó con sus nervios, ni mucho menos con su ansiedad. Mientras estaba metida en aquel trancón, que parecía no querer avanzar, pensó un poco en su futuro si ellos. Apagó la radio no quería distraerse y mejor se puso a pensar una excusa frente a Laporta.

¿Qué podía decirle? o por lo menos que mentira. Las razones verdaderas solo las sabría un número reducido de personas.

La autopista estaba muy linda, decorada con colores llamativos, muy lindos. Al llegar   y ver a todo el mundo corriendo de aquí para allá, no pudo evitar sentir un vacío en el pecho.

El camino rumbo a la oficina se hizo eterno, muy eterno. Cada pasillo, incluso llegó a pensar que se le había olvidado. Cada vez que daba un paso temía fallar y caer, sus piernas no se sentían del todo firmes. La carpeta la abrazaba a su pecho, fuerte, no la quería soltar ni mucho menos dársela a su jefe.

Nataly su secretaria al verla sonrió,  pero se le borró a los segundos. No había que ser muy inteligente para saber que estaba en un muy mal estado.

— ¿Está Laporta? – preguntó mordiéndose el labio inferior. — ¿Me puedes anunciar?

Ella asintió y a los segundos le dijo que pasara. Cosa que no quería obviamente. Suspiró y aspiró aire por la boca, llenando sus pulmones y dejándolos salir por completo al ver el semblante de mi jefe.

Sereno, tranquilo, amigable y atento; siempre estaba así.

— Jannita.

Ya quería llorar.

A su jefe le sorprendió mucho verla. Se fijó en su campera y sonrió divertido. Cosa que yo deseaba ella tener. Su tranquilidad.

— Yo...

Las palabras no se querían salir de su atasque en la garganta. Dejó la carpeta en el escritorio, él la ojeó por encima. La pared frente a ella estaba mucho más misteriosa que cualquier otra cosa que tendría que ver con su jefe.

— ¿Qué es?

La cerró y volvió a abrirla cuando vio que no tenía intenciones de contestar.

— Lo siento. — murmuró.

Blaugrana - Pablo Gavi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora