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|Fuera de relación|

Janna en el pasado, solía ser una persona controladora.

Sobre todo, odió por mucho tiempo que las cosas no le salieran como quería. Le gustaba poder controlar a sus amigos, a su hermano, a sus padres—nunca le interesaron— poder controlar su casa, su vida... Por eso cuando no pudo controlar a Pablo, intentó hasta que esa faceta dentro de ella dejó de existir.

Mejor, se esmeró por hacerlo entender que siempre tenía que estar ahí para ella.

Y hasta el sol de hoy sigue intentando hacerlo, por eso, aprovecha los cabos desatados que deja Pablo a la deriva, y busca incontrolablemente una fuente en ellos para controlar su vida, incluso sin darse cuenta que desde hace mucho ya lo hace.

Un matrimonio, cosa que él planeó, no había más nada para agregar. No habían mentiras ni cuerdas que atar, Pablo mismo construyó la cruz en la que iba a colgarse.

— Estas no, estas no — paró en una que sí llamó su atención —. No, tú tampoco.

Entre tantas flores baratas, ella tenía que fijarse justamente en las que no podía tener, porque esas eran sus favoritas. — ¿Es enserio?

Era un precio elevado, pero, Pablo no escatimaría en su matrimonio... ¿O sí?. Solo había una manera de averiguarlo, y cualquiera que fuera su reacción, ya Janna había mandado pedir un ramo para comprobar su calidad, y si llegaban marchitas igualmente las compraría.

Alcatraces... La flor más hermosa, aunque parecía más una planta, pero, Janna moría por ella, y cada vez que podía soñaba en secreto con el poder tener un jardín llena de estas. Sí, habían demasiadas cosas que ella amaba, y que simplemente las guardó en una capa debajo de su piel para adaptarse a su nueva vida.

— Hola, llamaba para preguntar por un servicio de bodas — se mordió el labio, lo que parecía ser un chico al otro lado le pidió más especificación —. Un servicio de boda...

¿Para qué fechas?

— No tenemos una todavía pero...

Señora, no puede pedir un servicio sin ponerse de acuerdo en alguna fecha, cuando la tenga, no dude en llamarnos otras vez, que tenga lindo día.

Y colgó.

— Para ser una compañía tan cara deberían contratar mejores trabajadores — se queja al aire, el teléfono vuela hasta la alfombra y ella prepara sus dedos para empezar a escribir una mala reseña en su página web.

Después de todo, hoy cumplía los diecinueve años de edad. Hoy era veintiséis de febrero, el día en que su madre —la verdadera— decidió abandonar este plano terráqueo y dejarla con su padre.

Janna no tenía mente para eso, ya que, en su cabeza este día no pintaba nada especial, lo único que esperaba con ansias era poder ver a Pablo y probar de que merluza qué le habían prometido. Eso era lo único que quería hacer hoy.

Eran las seis de la mañana, su día comenzaba de esa manera todos los santos días de Dios.

Su casa es un desastre, más que todo la habitación desolada que Pablo tenía en el primer piso, este que estaba bien amoblado ahora sirve como taller, pero pronto, muy pronto, sería un armario... Por que iba a construir un armario.

— Señor, iluminame, o eliminame.

Esa habitación tenía anteriores planes, como ser la habitación de Poe, por ejemplo, pero ella lo negó, no quería meter a su bebé en ese lugar tan lejos.

Y mejor, sería justamente al lado de la suya, que también está al lado de la de Alejandro, así todos podrían escuchar el llanto en las madrugadas y hacerse la sorda, después de todo habían bastantes brazos que lo cargaban.

Blaugrana - Pablo Gavi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora