18. Cinco Minutos.

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|fuera de relación|

Janna.

— ¿Qué tanto hiciste con Joao?

Ignoré su tono de voz y me fui por bajar sus pantalones y montarme  a horcajadas de él. Se volteó quedando arriba por lo que me le trepé en el pecho, jugando con su control. La cama de Gavi se vio obligada a hundirse mientras ambos luchabamos por no quitarnos la ropa y devorarnos.

Para este punto, estaba realmente sorprendida de la paciencia de Gavi, en otros momentos no estaríamos en esta situación, él estaría ya entrado sin ninguna precaución. Aquí la única desesperada era yo, no podía simplemente esperar hasta que quisiera hacerlo.

— ¿Ansiosa?

La casa de Pablo ardía de manera sofocante y no solamente por el calor de afuera. Las gotas de sudor caían por la cabeza de el pequeño Pablo, que muy paciente me besaba.

La verdad es que lo estaba, mañana me llegaría la regla y quería follar con él por el momento. Duraría cinco largos días sin poder tocarlo.

— Hazlo ya gilipollas.

Gavi me quitó de su pecho y  contempló por unos segundos mis senos desnudos.

— Tienes los pechos más grandes... — dijo, con la voz ronca, apenas inaudible.

Sus besos bajaron ahí, hasta que se metió uno en la boca y empezara a chupalos. Hubo una sensación lastimera que me hizo jadear, pero no por el placer, más por que sentí como este se contraía. Pablo succionaba perdido mientras yo me estremecía bajo él.

— Gavi... — gemí bajito, al sentir algo salir de mi pecho.

Pronto Gavi levantó la cabeza y mirándome completamente horrorizado habló:

— ¿Qué..? — mi corazón empezó a latir con fuerza, sentía algo salir a pequeñas cantidades — ¿Eso es leche, Janna?

.......

Tanteaba el cartón fino de mis manos, mientras lo observaba... «solo es por salir de dudas» repetía eso una y otra vez en mi mente. Mi corazón latía a mil una vez lo veía y me preguntaba a mí misma si estaba segura de esto.

En el estante también aquellos cartones, cartones de colores y modelos, con diferentes presentaciones, algunos con dibujos y otros con textos más largos. Algunos se veían más delicados qe otros, pues el cartón que estaba en mis manos era tan fino que con solo apretarlo se arrugaría.

El nerviosismo estaba presente en mi sistema, en mi cuerpo y a simple vista cualquier persona podía notarlo. Mis manos sudaban, mis pechos, mi frente.

Tenía unos lindos tenis azules, los cuales miraba sin parar. Mi mirada estaba en el suelo, en el suelo pulido de la farmacia, una farmacia casi a las afueras de Barcelona. No iba a arriesgarme por nada.

Mis pies se empezaron a mover por los pasillos, cabizbaja caminaba a la caja.

Esto solo era para salir de dudas, nadie moría por eso, nadie...

Mi capucha todo el tiempo se mantuvo abajo, no quería que nadie me notara, posiblemente quería ser transparente en estos momentos. Implorar fue lo que más hice, de camino a acá resé cuantas veces pude, solo para que el resultado diera un no.

Al llegar a la caja, una pequeña ancianita me sonrió. Sus arrugas se extendieron alrededor de su frente y mejillas, cosa que se me hizo lo más tierno.

— ¿Esto es todo? — preguntó una vez pasó la caja por la luz roja y que esta hiciera el característico "pluc".

Asentí devolviéndole la sonrisa, quería irme de aquí pero tenía que ser amable.

— Díez euros.

Una vez estuve en mi auto, dejé salir un pequeño grito. No tenía razón, solo quería liberarlo y ya. El nudo en mi garganta después de dejarlo ir, se desvaneció por segundos, pero luego volvió y más grande.

¿Qué estaba pagando yo? No lo sabía, tal vez había sido mala en mi vida pasada, maté a un gato o a un cura, pero no entendía porqué estaba tan salada. Quería llorar, gritar, patalear y romper algo una y otra vez hasta que quedara en añicos, pero eso no iba a arreglar las cosas, no iba a cambiar nada de lo que pasaba. Mi vida siempre fue una mierda, no entiendo que de me quejo. Nunca tuve amor maternal, algo que era vital para una niña. Lo más parecido a amor que tuve cuando crecí fue de parte de Gerard. ¿Me quejaba de no haber sido feliz? De echo fui muy feliz, tenía el amor de Ged, el amor del los chicos, y tenía algo en qué centrarme: ver jugar a mi único hermano. Eso y que mientras crecía el club y el equipo hicieron parte de mi vida, fueron mi hogar. ¿Ahora soy infeliz? No lo sabía. Supe encontrar un refugio en el fútbol. Tengo amigos, compañeros, sobrinos y familia... El Barcelona es mi familia. Aunque no seamos los mismos, todos pertenecen al club, por lo que los hace mi familia.

Al llegar mi casa permanecía en penumbras, penumbras silenciosas, apenas se escuchaban los grillos cantar y los electrodomésticos hacer su función. Inspiré algo de aire, mis pulmones pedían un poco.

El cartón seguía pegado a mi pecho, así como lo compré, así se mantuvo hasta llegar a mi casa. Encendí la luz del baño, y me encerré allí mirando el paquetito de color morado pastel.

"Retirar el platico superior y verter la orina sobre la superficie morada sin mojar lo blanco, tapar y esperar de de cinco a diez minutos"

— ¿Qué se sentirá...?

Las lágrimas ahora querían salir, pero no iba a dejarlas, no hasta saber esto, si realmente estaba embarazada.

Leí las instrucciones, una par de veces y tomé la fuerza para hacerlo.

5 minutos.

Posiblemente los cinco minutos más largos de mi vida. Los cinco minutos en que podía cambiar todo, o no alterar nada.

Estar embarazada... No hace ni dos meses volví con Pablo y ya estaba en gestación. Esto no podía ser cierto.

Mi cabeza estaba hecha un lío, no sabía que pensar o qué hacer con existencia, quería morir. Mis dos partes cerebrales debatían. Una era la consiente, y la otra la no consiente. ¿Qué pasaría? ¿Qué haría? A estar alturas era muy tarde para arrepentirse, cualquier resultado era grave.

Sino estaba embarazada ¿qué tenía entonces?.

Pensando en tantas cosas, pasaron más de los cinco minutos, me faltaba la valentía de voltear el test y ver el resultado de una vez por todas. Suspiré, respiré, y lo repetí por cinco minutos más hasta que la ansiedad me ganó.

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@jannapique.

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Blaugrana - Pablo Gavi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora