|En relación|
Maldito sea febrero...
Después de todo allí estaba, portando un delantal con su nombre mientras movía sus manos para terminar de amasar.
Haría galletas de limón, algo que solía ponerla feliz cuando sus padres no estaban y su único público era Alejandro, quien las comía encantado y luego alardeaba por toda la masía que tenía a Janna haciéndole comida.
Una lástima que ahora todo fuese diferente.
Alejandro estaba apoyado en el desayunador de su casa, no la de Pablo, no, su casa, donde dejó de vivir hace un par de meses pero que seguía siendo suya, y era portadora de demasiados recuerdos.
Alejandro estaba callado, desde que había llegado, hace ya unos cuantos días, ni hablaba tanto. Apenas se reía de los chistes o comentarios de Janna, pero no era como si se le subiera el ánimo.
De fondo estaba sonando un challenge que habían puesto para ambientar, cree que es de Fermín y de Yamal, no recuerda, peor estaba siendo algo gracioso escucharlos.
Pero ese semblante agotado, esas ojeras moradas, ese ánimo y las poca fuerza para hacer algo le quitaban lo gracioso a todo. No sabía lo mucho que estaba sufriendo porque no lo sentía, pero podía entender que no era nada fácil tener tantas lesiones al ser tan joven.
Estar así le hace recordar a todo lo que tuvo que pasar para poder ganarse la confianza de Xavi y poder jugar en el primer equipo.
A ese niño soñador qué solía dejarse crecer que cabellos por meses, que se sentaba en todos los partidos a verlos, esperando el segundo tiempo con ansias. A ese niño que solamente quería salir salir para demostrar todo ese talento y potencial que tenía, solo pedía unos minutos para jugar, solo eso. Cada vez que se acercaban los cambios el miraba con ojos soñadores a su entrenador, mirando hacia el campo con la esperanza de que su nombre fuese recordado. Lastimosamente no era.
Janna se sintió como esa vez cuando Alejandro no pudo debutar, que lo hacían sentar por horas en un banquillo y terminaban sacando a Lenglet. Era tan duro, que lo único que Alejandro le pedía a Janna era que lo escuchase llorar por horas, le hiciera galletas y lo dejara sentarse en el desayunador de su casa.
Porque él amaba sentarse allí cuando estaba triste.
Escondido entre sus brazos, hipando, mojando la cerámica.
Y en todos los días que pasaron juntos, en ninguno se separó de Janna. Si ella dormía, él se infiltraba entre las cobijas de Pablo para poder abrazarse a su mejor amiga, si ella le cocinaba algo, él estaba parado allí esperando para chuparse la taza... Todo lo existente lo hacían juntos.
— Ale.. — Janna se volteó limpando sus manos con un pañuelo húmedo, no sabe porqué pero le estaba empezando a dar asco, el moreno levantó la cabeza de su escondite después — ¿Recuerdas ese restaurante donde te encantaba ir? El que cerraron por no cumplir con las normas de salubridad, bueno, volvieron a abrirlo, tienen buena referencia en Instagram y Martu compra pan de leche allí, son muy buenos.
A medida que hablaba y miraba a los ojos a Alejandro, estos solo se llenaban de lágrimas si era posible.
— No. — volvió a esconder su cabeza entre sus manos —. No quiero.
Janna estuvo a nada se alargar un suspiro, empezando con lo mismo de todos los días. — Tío, mir...
— ¡No! — aquel grito no lo esperaba para nada, mucho menos la reacción casi agresiva de Balde — ¡Sabes cuanto odio las muletas! ¡Odio caminar con ellas! ¡Odio esto!
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Blaugrana - Pablo Gavi.
FanfictionA estas alturas Gavi no sabe lo que quiere, y sus actitudes de gilipollas solo harán de Janna un manojo de sentimientos e inseguridades. ¿Tiene que cambiar él para poder seguir a su lado? ¿O tiene Janna que aguantarlo por que realmente lo ama? Jann...