Capítulo 28: no me debe nada

619 78 5
                                    

A diferencia del resto de tripulantes del barco, yo no tenía la obligación de cuidarlo como hacían varios de ellos, el capitán antes de bajarse del barco dijo que podía marcharme si así lo deseaba, aunque también mencionó que si deseaba quedarme era totalmente bienvenido y como tal, me consideraría parte de la tripulación.

Todavía tengo tiempo para decidirlo, ellos pasarán varios días en este lugar debido a las reparaciones que le harán al barco, de ese modo navegarán con mayor seguridad hasta su hogar, además ya no se detendrán hasta que lleguen a esa isla, por ello hay muchas cosas que deben considerar antes de emprender el viaje.

Por ahora deseo quedarme, incluso planeo disfrutar con ellos y observar sus comportamientos fuera del barco. Por ahora me estoy divirtiendo, los que recibieron autorización para abandonar el barco se fueron de una manera directa hacia un bar donde se apoderaron de una mesa y comenzaron a pedir licor.

Era muchísimo alcohol, no podrían bebérselo todo, pero gracias a ello no tuve que comprar nada, ellos me lo regalaban y convivíamos pasando largas horas donde reíamos a carcajadas.

Me estaba divirtiendo muchísimo, por un lado, porque estaba un poco borracho, mientras que, por otro lado, me sentía de este modo tras saber que Leo estaba cerca y convivíamos mutuamente, fortaleciendo un poco más nuestra amistad.

Yo pensaba que en cuanto llegaban al bar buscaban alguna chica con la que pasar la noche, pero esto es algo que a veces suele ocurrir, además no todos gastan su dinero en mujeres, hay algunos que sorprendentemente están casados y le son fieles a sus parejas, por ello sólo beben.

Hay alrededor de 19 chicos casados, y otros 20 solteros que ahora mismo se encuentran en el bar bebiendo. Esto me lo dijo Mateo, uno de los chicos que estaba bebiendo en el mismo sitio que nosotros, además era el menos borracho de toda la tripulación.

—¿Y el resto? —pregunté, queriendo saber si estaban solteros o casados.

—El resto ahora mismo debe encontrarse entre las piernas de alguna mujer— me respondió riendo— y por lo que veo, a ti te falta poco— comentó, mirando a Leo quien simplemente sonrió y bebió de su jarra de cerveza.

—¿Es lo mismo siempre? —pregunté curioso.

—Sí, es lo que ocurre regularmente, aunque a veces crean pleitos— me respondió— soy quien más lento se emborracha, por lo mismo, conozco lo que hace cada uno, por ejemplo, Leo bebe al principio y cuando se aburre de la charla, como ahora, comienza a buscar a mujeres con las que liarse— me contaba, mientras que el recién nombrado fijaba sus ojos en nosotros.

—¿Qué? —soltó confundido, algo que reafirmaba las palabras de Mateo, ya que su concentración ahora mismo la tenían otras personas.

—¿Ves? —me dijo Mateo— seguramente ya vio a un par de chicas.

—Ya cállate— le dijo Leo riendo, mientras que Mateo lo molestaba.

Yo me alejé unos minutos, allí dentro hacía mucho calor y deseaba tomar un poco de aire fresco, por lo mismo me alejé y permanecí un par de minutos apoyado en la pared del bar, mirando la calle por donde transitaban algunos borrachos, ya sea riendo, cantando o peleando con su propia sombra.

Cuando regresé, visualicé a lo lejos como Leo entraba con un par de chicas a lo que parecía ser una habitación, algo que reafirmó Mateo cuando me senté nuevamente frente a él.

Pregunté fingiendo que no había notado anteriormente a Leo, por lo mismo él me dijo que se había ido con unas chicas a una de las habitaciones del bar, incluso dijo que no lo veríamos hasta mañana, ya que no es la clase de chicos que se sacian rápido.

El cocinero del capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora