Capítulo 25: Miedo

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...Narra Eliot...

Ha pasado una semana, no me siento triste, ni tampoco feliz, es extraño, antiguamente no tenía qué tomar decisiones, siempre había alguien ordenándome qué hacer, que sentir y hasta qué pensar, pero ahora todo eso ha cambiado.

Ahora es mi turno de experimentar mis propias emociones, lo que lastimosamente me juega en contra de cierta forma, ya que ahora que no debo pensar en sobrevivir, mi mente me juega en contra y diversas situaciones del pasado me atormentan quitándome el sueño.

Esta es la séptima noche donde no puedo dormir, Leo está haciendo su turno nocturno, por lo que no se encuentra en la habitación y puedo permitirme leer un libro que el capitán me prestó. No tengo las mejores habilidades para leer, suelo leer bastante lento, sin embargo, el libro era interesante y distraía mi mente.

Cuando cierro mis ojos para descansar un poco, logro dormirme un par de minutos o a lo máximo una hora, sin embargo, cuando estoy lo suficientemente dormido mi mente me obliga a revivir momentos traumáticos de mi niñez que me despiertan temblando y con miedo.

Sé que aquellas personas ya no pueden lastimarme, debería estar mejor ahora, antes también sufría de pesadillas, aunque eran menos frecuentes y me facilitaba un poco el descansar, algo que ahora mismo no ocurre.

No estoy seguro de qué tan tarde era, estaba centrado en la lectura hasta que oí la puerta abriéndose y sentí al instante la atenta mirada de Leo quien me miraba casi con frustración.

—¿Por qué estás despierto? —me preguntó acercándose para quitarme el libro.

—¿Por qué no estás trabajando? —pregunté queriendo evitar responder.

—Quería verificar que te habías dormido— respondió sentándose en la orilla de mi cama, viéndome a los ojos mientras deslizaba su mano por mi mejilla— Eliot, debes dormir, tu mirada se está oscureciendo.

—Lo intenté, pero no pude— respondí.

—¿Por qué? —me preguntó, queriendo saber más detalles sobre mi insomnio, algo que no deseaba revelarle— ¿Cuántos días llevas así? —preguntó una vez notó que no deseaba hablar sobre mis diversos traumas.

—Una semana— respondí bostezando, algo que lo hizo verme con sorpresa.

—¿Tanto? —preguntó sorprendido— mira, no me des detalles si no quieres, pero al menos aclárame la razón por la que no puedes dormir.

—Las vivencias de mi niñez me persiguen y se presentan en mis sueños— le hice saber evitando dar demasiados detalles.

—Cuando dormimos juntos no parecías tener un mal sueño— comentó pensativo.

—Sí, eso fue curioso, aunque ya me ha pasado con otras personas, solían volverse menos horrible cuando estaba acompañado— le conté— contigo fue diferente, no hubo sueños ni pesadillas.

—Ya sé— dijo acomodándose en mi cama— me quedaré contigo.

—¿Y tus obligaciones? —pregunté acomodándome en la cama, dándole incluso más espacio para que él pudiera acomodarse.

Leo no me respondió, él simplemente se acomodó bajo las sábanas y sus dedos acariciaban mi cabello con cierta dulzura mientras que yo le daba la espalda. No pude evitar sentirme cómodo, uno de sus brazos se pasaba bajo mi cabeza, mientras que el otro envolvía mi cuerpo entregándome su calor y protección.

Tenía miedo de tener pesadillas nuevas, la última realmente me dejó temblando de miedo, por lo mismo no deseaba dormirme, aunque me sentía bien, ha pasado una semana y evidentemente confío un poco más en él, algo que me permitió bajar la guardia y dormirme.

El cocinero del capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora