Capítulo 32: Mi amigo

560 84 6
                                    

A diferencia de Joshua, yo no fui arrastrado por mujeres comprometidas o casadas, más bien se me acercaron mujeres solteras que me observaban con atención, incluso tocaron mis brazos asegurándome que era suave.

Esto no es algo que me extrañe, pasé muchos años en una casa donde se les daban placeres a hombres, por lo mismo mis amos se aseguraban de que mi cuerpo estuviera estéticamente suave y seductor.

Debía mantenerme en forma, aunque no podía adquirir musculatura, más bien se centraban en que mi abdomen fuera plano y mi culo redondo, algo que solía gustarle a la mayoría de sujetos que me observaban.

Por otro lado, cambiando de tema, noté que a Leo no se le acercaban tantas mujeres como esperaba, algo que llamó mi atención y cuando pregunté, él me dijo que era producto a "su mala fama" además Leo no se acuesta con chicas de este pueblo, aseguró que sería raro trabajar luego con ellas.

Lo hace más que nada para evitar incómodas situaciones en el futuro, incluso para evitar problemas de romances innecesarios, algo que me hizo darme cuenta de que busca mujeres de otros pueblos para tener sexo, de esta manera, una vez consigue lo que quiere, se aleja.

No quise pensar demasiado en eso, más bien me centré en el camino hasta su casa donde literalmente había un río frente a la entrada de su hogar y cuando entramos, me llevó hasta su habitación donde había un balcón con vistas hermosas que me dejaron embobado.

Tenía una casa preciosa, estaba bien equipada y me aseguró que podría estar allí el tiempo que quisiera, además como Joshua me da clases de cocina, tengo libre acceso para usar su cocina.

En cuanto a la comida, he progresado bastante, me siento orgulloso de ello, ya que las comidas que preparo ya no tienen un mal sabor, ni tampoco un mal aspecto, sin embargo, aún no puedo superar a Joshua quien obviamente cocina increíblemente delicioso.

Como llegamos temprano, aproveché de tener agua dulce para lavar mi ropa en una pequeña casita que por fuera creí que sería otra casa, sin embargo, esta era una zona de limpieza donde había una enorme batea de piedra donde con una bomba de agua podía lavar mi ropa sin necesidad de buscar cubos de agua.

El agua provenía del río de aguas cristalinas que vi al entrar, por ello, con total tranquilidad utilizaba agua sabiendo perfectamente que no tenía un control, el agua del río era infinita y servía para todos los puntos de la casa.

Ya sea para la bañera, cocina o en este caso, en la zona de limpieza.

—Mañana tendremos que ir hasta la zona de reservas en busca de comida, o bien, podemos ir al comedor, así te ahorras de cocinar—me decía mientras me observaba lavar mi ropa.

—Pero yo quiero cocinar— comenté, viendo como sonreía.

—Qué bueno, porque el comedor está bastante lejos— dijo riendo.

—¿Cómo lo hacías antes? —quise saber.

—Iba hasta el comedor, allí solemos reunirnos todos los días y convivimos entre todos, pero en ese entonces tenía un caballo— me respondía.

—¿Lo vendiste? —pregunté.

—Sí, no podía dejarlo solo durante mis viajes— me explicó.

—¿Y ahora qué harás? —quise saber.

—Comprar un par, o bien, buscar alguna viuda y seducirla con mi encanto— dijo mientras reía.

—Eres un...—dije ahogando el insulto, aunque le tiré un poco de agua sin pensar que eso nos haría tener una guerra donde nos lanzábamos agua dejando el suelo todo mojado.

Fue divertido, me reí bastante, pero cuando nos detuvimos y observamos nuestro desastre, se nos quitaron las ganas de reír.

—Joder, ¿ahora como secamos todo esto? —le pregunté, mientras que él deslizaba su mano por mi mejilla, buscando que mis ojos observaran los suyos.

—Fue divertido...—susurró acercándose peligrosamente a mi rostro, hasta chocar su frente con la mía— realmente me encanta verte reír, sin duda nos divertiremos mucho juntos— añadió acariciando mi mejilla, logrando que me sintiera nervioso, mi corazón ahora mismo latía como loco haciéndome creer que se saldría de mi pecho— pero odio limpiar— dijo antes de salir corriendo, haciéndome ver que sólo buscaba distraerme.

—¡Hey! ¡Regresa aquí! —chillé, corriendo detrás de él mientras podía oírlo reír a lo lejos, saliendo de su casa para escapar.

Puede sonar algo tonto, sin embargo, me gustaba correr detrás de él, sobre todo porque cuando lo atrapé, sus brazos me envolvieron por la espalda y mientras regresábamos, él se mantenía rodeando mi cintura asegurándome que me ayudaría.

Esto pasó a un segundo plano en realidad, ya no me importaba si me ayudaba o no, más bien me interesaba sentirlo cerca y oír su voz cerca de mi oído, ¿todos los amigos hacen esto? Siento que mi amigo me seduce más de lo que debería, aunque obviamente no diré nada, seguramente estoy malinterpretando la situación, ya que de por sí Leo es cariñoso.

El cocinero del capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora