Capítulo 33: Un segundo líder

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...Narra Joshua...

El tiempo pasó demasiado rápido para mi gusto, pasé mucho tiempo con aquellas chicas quienes me dieron nuevas vestimentas más normales que combinaba con el atuendo de mi novio. Esto no lo sabía, yo pasé mucho tiempo con aquellas mujeres, incluso ayudé a preparar la cena que harían en celebración a la llegada de todos, sin embargo, una vez nos vimos, noté que se había cambiado de ropa y su atuendo era del mismo color que el mío.

Parecía que él había estado igual de ocupado que yo, una vez nos vimos en el gran comedor del pueblo, él entrelazó nuestros dedos y me dirigió hasta mi sitio, el cual estaba sobre una superficie más elevada que el resto, justo al frente de todos quienes compartían seis largas mesas que fueron equipadas por la mayoría de pueblerinos.

—Desde ahora este sitio es tuyo— me anunció Fredrik, viéndome son una sonrisa.

—Es vergonzoso, todos nos están mirando— comenté bajando la mirada.

—Es normal, tu belleza llama la atención— dijo acariciando mi mejilla, haciéndome sentir aún más avergonzado.

—Ya conocí tu casa— anuncié, cambiando de tema— es muy linda.

—¿Toda? ¿Incluso mi habitación? —preguntó.

—No, esa me la enseñarás más tarde— respondí en un tono coqueto.

—Uff... no me tientes— dijo deslizando su mano por mi pierna, aprovechándose de que ellos no podían ver de nuestra cintura hacia abajo.

—Espera, también tengo una sorpresa— le anuncié, retirando su mano.

No quería que el resto notara sus acciones, por ello durante la cena convivimos con la gente y me reí muchísimo, me sentía muy cómodo, además todos me dieron la bienvenida llamándome "la novia del líder" y por lo mismo, me trataban con respeto.

Era extraño, ser considerado "la novia del líder" parecía ser un título muy importante, me sentía casi como un rey, además recibí muchos regalos de diversas familias.

Por fin sentía que era parte de algo, además para variar Fredrik anunció que desde ahora todo lo suyo era mío, dándome libre acceso de tomar decisiones como un segundo líder, aunque esto último no planeaba hacerlo tan pronto, de todas formas, aún hay muchas cosas que deseo aprender.

Pasamos mucho tiempo en aquel comedor, era un sitio ruidoso, pero había una atmosfera amigable que me hizo olvidarme del tiempo, de hecho, todos nos fuimos a altas horas de la noche.

Cuando llegamos a la casa de mi amado, esté me llevó hasta su habitación mostrándome su enorme cama segundos antes de recostarme sobre ella, era evidente que no planeaba dejarme hablar, ya que sus labios se entrelazaban con los míos de una manera apasionada.

Se sentía bien, sobre todo cuando comenzamos a desnudarnos y mientras acariciaba mi cuerpo notaba la suavidad, hasta separó mis piernas de par en par para verme adecuadamente mientras sus labios formaban una sonrisa coqueta.

—De por sí ya eras suave, pero ahora...—murmuró acomodando su cabeza entre mis piernas— es más seductor este sitio...—añadió deslizando su lengua por mi entrepierna.

Esto es algo que ya ha hecho varias veces, incluso yo me he atrevido a hacerlo y sé perfectamente que se siente bien, aunque su lengua se dirigió a mi entrada una vez me puso boca abajo.

Cuando me giró creí que lo había hecho para penetrarme, pero cuando sentí su lengua mi cuerpo entero se calentó sintiéndome más deseoso.

—nnnh... C-Cariño, d-deja de jugar...—le pedí, deseándolo muchísimo.

—Aún tenemos tiempo...—anunció con la respiración acelerada una vez alejó su lengua de mi agujero.

—Pero deseo tenerte dentro cuanto antes...—le confesé, algo que parecía motivarlo a darme lo que pedía.

Por supuesto que se sentía bien, cuando me penetró mi mente se nubló y lo único que podía hacer era gemir su nombre en un tono orgásmico. Sentía que estaba en el paraíso, era increíble lo bien que me sentía y no sólo por el placer, sino que por todo el recibimiento que anteriormente la gente me había dado.

—Ah... Q-Que delicia...—dije girando un poco mi rostro, queriendo que me besara.

—Sí... ah...se siente tan bien que quiero llenar tu culo de leche...—anunció, mientras mis mejillas se teñían de rojo.

—M-Mi amor... hazme lo que quieras... —le dije, dándole camino libre de hacer lo que quisiera con mi cuerpo, ni siquiera importaba el tiempo, yo sólo deseaba complacerlo, justamente porque él se encarga de complacerme formando un lazo increíblemente excitante donde nos complacemos mutuamente.

—mmmh... me encantas...—confesó, girándome para besarme.

El cocinero del capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora