Capítulo 39: ¿Celos?

788 91 7
                                    

Yo no planeaba decirle que lo olvidásemos, no quería fingir que nada entre nosotros había pasado, más bien deseaba hablarle sobre aquel día de una forma diferente.

Pasé muchos días pensándolo, estaba realmente confundido, pero en mis planes no estaba olvidarlo, si bien era un error, me interrumpió antes de que le pudiera decir que había sido el error más excitante de toda mi vida.

Claro que ahora no puedo hacer nada, simplemente debo esperar a que esto que se estaba formando en mi pecho desaparezca, nosotros somos amigos, debo dejar de pensar en que deseaba ser mucho más que amigos.

Ahora se ha ido con Mateo, no creo que vayan a tener nada más que una amistad, nunca vi a Mateo salir con chicos, por ello no me preocupaba, además soy yo quien duerme con Eliot y me gusta saber que sólo conmigo puede dormir sin la necesidad de tomar nada.

Él ayer me contó que había bebido algo que le recetó el médico del pueblo, aunque como ya había regresado a mi casa, no hubo necesidad de beber nada, nosotros dormimos con total normalidad, olvidando completamente lo que había pasado, o al menos yo fingía no recordar con tal de respetar su decisión.

Por otro lado, como no sabía cuánto tiempo pasaría con Mateo, decidí retomar mis ocupaciones y ayudar en los temas de cultivos para agilizar las cosas en los campos de cosechas.

Como es verano, muchas semillas florecen y nos encargamos de recolectar todo para tener suficiente comida para cuando llegue el invierno. La mayoría es trigo, o legumbres que son fáciles de mantener, las frutas o verduras, son algo de menor cantidad que no nos centramos en mantener almacenadas, ya que se suelen pudrir antes de que llegue el invierno.

El trabajo era pesado, habíamos muchos cosechando, mientras que también había otros cuidando el ganado, en momentos como estos, odio el sol, todos vestíamos un atuendo que buscaba recibir los rayos de sol con menos potencia, incluso usábamos un sombrero de paja que nos daba sombra a nuestras cabezas.

El sol no estaba en lo más alto del cielo, sino que estaba bajando según transcurrían las horas, aunque esto no quita que no fuera igual de fatigador.

Cuando terminó el horario de trabajo, lo primero que hice fue cabalgar de regreso a mi casa y arrojarme al río que había frente a ella, sin importarme que estaba con ropa.

Quería enfriar mi cuerpo, aunque cuando me di cuenta de que Eliot aún no había llegado me sentí bastante aburrido, así que me cambié y salí a encontrarme con diversos amigos, incluyendo a Joshua quien desde que llegamos es rodeado por mujeres.

No me extraña, aquellas chicas son trabajadoras de la casa de Fredrik, así que como Joshua es nombrado "la novia del líder" ellas se mantienen cerca para atender sus pedidos, incluso para hacerle compañía y a mi amigo no parece molestarle.

—Te ves muy feliz— comenté sonriéndole, me alegraba verlo de ese modo.

—Me gusta este sitio— me confesó.

—Te dije que te gustaría— le recordé— además ser considerado la novia del líder te da ventajas— dije queriendo molestarlo.

—Envidioso— me dijo riendo.

Realmente me encantaba ver a Joshua tan resplandeciente, estaba desbordando felicidad por cada poro de su cuerpo, por lo mismo, pasé mucho tiempo a su lado y nos dirigimos juntos hasta el gran comedor donde cenamos.

Yo me relacioné con diversos amigos durante la cena, bebí un poco y luego me fui directo a casa esperando ver a Eliot, el único problema es que no llegaba y me estaba comenzando a preocupar.

¿Qué tal si se perdió? Mi casa sin él se siente vacía, por ello decidí esperarlo pacientemente hasta que apareció a medianoche con una sonrisa en los labios. Parecía cansado, así que no quise hacerle demasiadas preguntas, sino que opté por dirigirme a la cama y lo esperé pacientemente mientras él se bañaba.

Una vez salió, se acercó a mi lado y como nos quedamos en silencio, en medio de la oscuridad decidí preguntar por su día, manteniéndome intrigado tras verlo tan feliz.

—Fue divertido— me dijo apoyando su cabeza en mi pecho, mientras que yo aprovechaba para envolver su cuerpo con mi brazo derecho— Mateo me llevó a un sitio precioso, no sabría decirte cómo se llama, pero había una cascada gigante— me decía con emoción— además, le encantó mi comida.

—Comida que, por cierto, no me diste— dije bromeando.

—Lo siento, se la preparé exclusivamente a Mateo — me dijo regalándome una sonrisa que se contagiaba en mis labios.

—Pero dime, ¿qué más pasó? ¿Por qué estás tan emocionado? —quise saber, manteniéndome feliz de verlo así.

—Bueno...—bajó la cabeza— me divertí mucho y... —titubeó— Mateo me besó...—me anunció con una sonrisa tímida, una que logró borrar mi sonrisa.

Él me contaba cómo había surgido el momento, pero mi cerebro se desconectó, no quería imaginar que sus labios los compartí con Mateo, me estaba sintiendo enfadado, quería incluso matar a Mateo sabiendo perfectamente que no tenía el derecho de pensar de ese modo. Nosotros somos amigos, aunque nunca pensé que a Eliot le gustaría alguien como Mateo.

—¿Pasa algo malo? —me preguntó, acariciando mi mejilla— dejaste de sonreír y tu rostro se volvió muy serio...

—¿Te gusta Mateo? —pregunté sin rodeos, deseando con todas mis fuerzas que dijera que no.

—Bueno...—murmuró pensativo— en realidad, me gusta alguien más, pero Mateo no está mal— confesó, algo que me hizo sentir aún peor.

—¿Quién te gusta? —pregunté sintiéndome enfadado.

—No te puedo decir— me dijo con timidez, apartando su mirada.

—¿Por qué? —insistí.

—Porque somos amigos y no te gustará saberlo...—me respondió.

—Pruébame— dije deseando saber quién era ese imbécil que lo ponía tímido.

Eliot no me quería decir, él desviaba la mirada y hasta intentó darme la espalda, sin embargo, yo me volvía cada vez más insistente, muriéndome de celos en el proceso.

El cocinero del capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora