Las horas avanzaban, yo me encontraba completamente a oscuras en la habitación escuchando mucho ruido y gritos provenientes del exterior, quería acortar las horas durmiendo, pero no podía hacerlo, me sentía nervioso, asustado y completamente preocupado por toda esta situación.
¿Qué tanto daño ha sufrido este barco? ¿Qué tan mal han dejado al otro? ¿Esto será tan largo como una noche o acabará en cosa de unas horas? Estaba lleno de preguntas que buscaban distraer mi preocupación por el estado del capitán, ¿él estará bien?
Fuera de la habitación oía ruido, no sabía quién estaba allí, podía oír cosas cayéndose y las voces de unos extraños, estaba cada vez más asustado, ¿qué tal si abren la puerta? ¿Qué haré yo? No tengo ningún arma con la que defenderme, por ello, no sabía qué hacer, estaba muy asustado.
Si las voces son del bando enemigo, ¿qué pasó con el capitán? ¿Por qué no escucho su voz dando indicaciones? ¿Lo habrán herido?
Joder... esta incertidumbre me está matando, quiero verlo, pero le dije que no saldría de aquí, en caso de salir podría causarle más problemas, por ello descarto esa idea y simplemente me dedico a esperar con impaciencia sobre su cama.
Cuando oí al cabo de unas horas, un completo silencio, tímidamente abrí la puerta dándome cuenta de que había un mueble cubriendo la habitación, de esta forma el capitán ocultaba mi existencia y me ponía a salvo.
Obviamente volví a cerrar la puerta y me senté en la cama queriendo escuchar cualquier ruido que me avisara cómo estaban trascurriendo las cosas, pero no podía oír nada más que las olas del mar.
Esto es tan desesperante, no me gusta pasar por este tipo de cosas, prefiero los días donde simplemente navegamos hacia un rumbo que para mí es desconocido, aunque evidentemente sabía que esto pasaría tarde o temprano.
¿Para estos casos que se supone que se hace? ¿Ellos después buscan tierra firme? Eso sería un alivio, ya que no quisiera ser parte de otra batalla tan pronto.
{......}
No sé qué hora es, pero pude oír el mueble siendo arrastrado y el tiempo parecía trascurrir más lento, no sabía si era el capitán o uno de los hombres del barco rival, mi corazón se estaba acelerando con miedo, me asustaba la idea de ver a alguien que no fuera el capitán abriendo la puerta.
Era difícil mantenerme calmado al ver la manilla de la puerta moverse, aunque sentí como todos mis músculos se relajaban cuando con la ayuda de una lámpara de aceite pude ver al capitán, quien se acercó y cerró la puerta dejando la lámpara sobre un mueble.
Mis ojos se encontraron con los suyos durante unos segundos, antes de ver cómo su ropa parecía tener sangre y según se la iba quitando podía confirmar que no era suya. Por un lado, me sentía aliviado, mientras que por otro no podía evitar pensar en la clase de hombre que se mantiene frente a mí.
Su mirada parecía preocupada, creí que algo andaba mal, sin embargo, no me quedó tiempo para preguntar, ya que él se subió sobre mi cuerpo y me quitó la ropa en medio de apasionados besos que me robaban el aliento.
Quería ir poco a poco, mientras que él estaba desesperado, de hecho, no tardó en acercar su erección hasta mi agujero y cuando menos lo esperaba, me penetró haciéndome gemir un poco alto.
—Haah...—jadeó abrazándome con fuerza, moviéndose sutilmente dentro de mí.
—nnngh... c-capitán...—lo nombré aferrándome a su cuello con mis brazos, al mismo tiempo en el que él separaba mis piernas como una forma de embestirme con rapidez, haciéndome sentir completamente excitado.
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El cocinero del capitán
Ficção AdolescenteDurante largos meses trabajé arduamente para ser parte de la importante tripulación de un reconocido político de mi país, donde me alisté para ser asistente de cocina. Mi objetivo era viajar por el océano hasta la gran capilla donde un grupo de sace...