Capítulo 40: Aclaraciones

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...Narra Eliot...

No le puedo decir que él me gusta, podría hacerlo enfadar, algo que es curioso, ya que ahora mismo parece enfadado y trata de disimularlo con curiosidad. Ahora me arrepiento de haberle dicho que me gustaba alguien, aunque jamás imaginé que actuaría de esta manera, no sabía que su curiosidad sería tan insistente.

Leo no me estaba dejando dormir, quise intentarlo para evitar responder, aunque como no conseguí hacerlo, me volví a girar queriendo encararlo y pedirle que dejara de preguntar, algo que no lo detuvo.

Hoy tuve un día largo, me divertí y me dieron un beso, sin embargo, no me gustó tanto como sus labios, de hecho, cuando me di cuenta de que no era Leo, me sentí triste y una sensación extraña invadió mi cuerpo.

Mateo no es malo besando, fue bastante dulce y encantador, casi estuvo a la altura de los besos de Leo, pero me gustan muchísimos más los de Leo y esto es algo que no puedo evitar sentir.

Planeaba no decírselo, sobre todo porque le pedí a Mateo dejarme pensar en si deseaba tener una relación con él, necesitaba aclarar mi mente, no deseaba usarlo para olvidarme de Leo, sino que deseaba ser su amigo e ir poco a poco experimentando si deseaba estar con él o no.

Decírselo a Leo sólo fue con intenciones de ponerlo celoso, yo cuando pienso en que pudo haber estado con alguien más durante el día me pongo muy celoso, por ello deseaba ver qué clase de comportamiento tendría, algo que me pilló desprevenido, ya que no sabía que se enfadaría.

—¿Estás celoso? —le pregunté en un tono burlón, queriendo fingir que bromeaba, cuando en realidad deseaba ser serio con respecto a mi pregunta.

—Sí— me respondió, pillándome desprevenido.

Leo se sentó en la cama y yo imité su acción, sentándome de una forma en la que podía verlo a la cara casi de frente, sintiéndome muy curioso por saber más detalles de sus celos.

—Mira, sé que dijiste que lo olvidásemos, pero no puedo— me confesó— en lo personal, ese error me encantó...—añadió, mientras sentía que mi corazón se saldría de mi pecho.

—¿N-No te importa que haya sido yo...? —pregunté tímidamente.

—Precisamente por eso me gustó, porque eras tú— me respondió en un tono serio, evidenciando la sinceridad de sus palabras.

Yo no sabía cómo actuar, opté por sentarme sobre sus piernas para tomar una posición más cercana mientras que él se recostaba en la cama permitiéndome quedarme recostado sobre su cuerpo, a medida que me confesaba lo que pasó aquel día.

Él no estuvo con nadie aquellos días donde no nos vimos, más bien se dedicó a aclarar sus pensamientos con tal de definir lo que realmente sentía por mí.

Cuando dijo "me gustas más que un amigo" tenía enormes ganas de llorar, ya que compartía mis sentimientos, aunque estaba claro que a mí me gustaba mucho más.

—Tú también me gustas...—le confesé deslizando mi mano por su mejilla— me gusta mucho, Leo...—añadí antes de besarlo con timidez.

No sabía si era apropiado besarlo, pero cuando sentí que había sido una buena decisión, me atreví a dejarme llevar mientras que él hacía lo mismo. No nos poníamos límites ni barreras, nosotros simplemente nos besábamos expresando a través del beso nuestra felicidad.

No estábamos definiendo aún nuestra relación, por ahora estábamos aclarando nuestros sentimientos como una forma de estar al mismo nivel de entendimiento, evitando crear nuevos malentendidos y como no podía evitarse, comenzamos a quitarnos la ropa un poco más desesperados que aquella última vez.

Esta vez era diferente, nosotros éramos consiente de lo que deseábamos, por ello con rapidez busqué tenerlo dentro de mí sin importarme que aún no estaba lo suficientemente preparado.

No me importaba sufrir un poco de dolor tras ser penetrado por él, además me tocaba con ternura y me pedía que le avisara si deseaba parar, algo que naturalmente no quería.

Ya conozco su resistencia, dura bastante, pero como sé complacerlo, me encargo de bajar aquella resistencia y hacerle olvidar la idea de estar con dos personas al mismo tiempo. Conmigo es más que suficiente, yo no soy tan débil como para no resistir sus embestidas cada vez más rudas.

—¡Ahh...! ¡nnngh...! —gemía casi a voces, mientras permanecía saltando sobre su enorme y duro pene— L-Leo... ¿s-se siente bien...?

—Sí...—suspiró apretando mi trasero— estar dentro de ti, es increíble...—añadió mientras que yo, me sujetaba de su abdomen para ir más rápido— ah... mmmh... que rico te mueves...

—E-Esto es porque m-me gusta mucho...—le aseguré, sintiéndome cada vez más empapado.

—Ah... Eliot... —suspiró con dificultad, antes de ponerme bajo su cuerpo para ser él quien creaba las embestidas.

—¡Ah...! ¡Ah...! ¡Mmmh...! —gemía mientras trataba de callar mis gemidos, pero era imposible, esto era demasiado increíble y los choques eléctricos que me hacía sentir, me ponían cada vez más ansioso— ¡nnngh...! Q-Quiero t-tenerte así por siempre...—le aseguré, rodeando su cuello con mis brazos.

—¿Seguro...? —preguntó dándome estocadas fuertes.

—Ah... sí... q-quiero ser el único... a-al que... ¡nnngh...! F-Folles así de rico...

—mmh... N-No te estoy follando...—susurró en mi oído, estremeciéndome por completo— e-eres más especial que eso...

—¡Ahh...! —gemí corriéndome, sin poder evitarlo, aunque eso no detenía nuestras acciones, sino que las aumentaba— ¿e-esto es lo que... llaman... h-hacer el amor? —pregunté, sintiendo como su pene se hacía más grande.

—Sí...—me dijo entrelazando sus dedos con los míos—ah... q-quiero hacerte olvidar tu pasado y enseñarte lo que es hacer el amor... y lo bien que se siente...

—¡nnngh...! —gemí tomándolo de las mejillas— m-mi amor... lléname de ti...

—Oh...—suspiró acelerando sus embestidas—¿quieres que lo deje dentro...?

—S-Sí... ¡oh cielos...! —gemí apretándolo dentro de mí, queriendo apresurar su corrida, algo que gracias a diversas estimulaciones logré conseguir y se corrió dentro mientras dulcemente nos besábamos.

Claro que, eso no quedó allí, nosotros no nos detuvimos, sino que más bien volvimos a comenzar y nos olvidamos de todo, en un momento como ese, sólo deseábamos estar cerca del otro y amarnos de una forma inocente, yo realmente deseaba que me enseñara lo especial que podría sentirme si era él quien me tocaba.

A decir verdad, sólo lo quiero a él...

El cocinero del capitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora