Capitulo 17.

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El albino se dió la vuelta encontrándose con Mínako, se había dado por vencido pensó que no la encontraría pero pasó lo contrario ella lo encontró a él.

La vió acercarse se veía diferente a como usualmente vestía cuando cuidaba de Diana, no había notado lo largo que era su cabello, nuevamente a él llegaron las palabras de su primo comparando a Mínako con Azul «ya deja de pensar tonterías Artemis», se reporochó desechando la idea de su primo.

—Señorita Aino la estaba buscando. —Soltó en cuanto la rubia estuvo frente a él.

Lo escuchaba pero no lo creía —Conmigo señor Von Parker —secundó Mínako confusa—, pensé que ya no tenía nada que hablar conmigo. —No entendía que hacía su ex jefe ahí solo esperaba que no fuera para nada malo.

Artemis asintio cómo respuesta a las preguntas de la rubia.

—Le debo una disculpa. —musitó él sosteniendo el balón de baloncesto.

—No se preocupe señor Artemis yo entiendo, además...

—No, enserio le debo una disculpa —insistió—, solo actúe de una manera irracional yo debí hablar con usted y no despedirla de esa manera tan grosera.

—Señor Artemis ya pasó, yo me preocupé por Diana, pero si ella está bien todo está olvidado. —Dijo Mínako regalandole una sonrisa a su ex jefe.

—Mínako la despedí de una manera muy grosera, usted no lo merecía —comenzó a llevar el balón de un lado a otro como si la respuesta a lo que sea que iba a decir fuese a llegar asi—, me gustaría, bueno solo si usted quiere vuelva a ser la niñera de Díana, mi pequeña la extraña mucho.

«No digas que si, por favor no digas que si». Estaba encantada con la idea de volver a su trabajo cuidar de la pequeña Diana era toda una experiencia, la chiquilla derretía su corazón. Por otro lado estaba Artemis que por besarlo bajo la identidad de Azul...

Alzó la mirada topandose con un par de ojos verdes que la miraban espectantes esperando una respuesta, la rubia arrebató el balón de las manos de Artemis con agilidad llegó al aro y encestó para luego volver a tomar el balón en sus manos.

-Juguemos señor Von Parker, uno, a uno, ¿Le parece? -preguntó Mínako.

Arqueó una ceja confundido por la propuesta de la muchacha, los deportes no eran algo en lo que destacara; aún así la propuesta de la muchacha le pareció interesante y entretenida.

—Acepto.

Ante lo dicho por el albino los labios de Mínako se curvaron en una sonrisa.

—Perfecto —dijo animada—, muy bien primero las reglas el primero en hacer un punto obviamente gana.

Rió ante sus palabras «que tonta obviamente el primero en encestar gana Mínako», se auto reprendió ante la redundancia de sus palabras.

—¿Algo más? —inquirió  Artemis sin poder evitar reír, la muchacha tenía una actitud distraída y aquello le pareció tierno, era poco común ver ese aire ingenuo en una mujer.

—Si usted gana yo acepto trabajar de nuevo para usted y si yo gano...

Calló al pensar en cuál sería su premio si ella llegara a salir victoriosa pero la verdad era que nada se le ocurría.

—Si usted gana yo le daré un aumento de sueldo —se acercó a Mínako para acto seguido arremangar un poco las mangas de su camisa dando a entender que daría lo mejor de si en ese reto—, ¿Está de acuerdo en eso señorita?

Asintió con un movimiento de cabeza de acuerdo en la petición de Artemis.

—Bueno ya establecidas las reglas que el juego comience. —Dicho esto la rubia salió corriendo con el balón.

La Doble Vida De Mínako. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora