—Gracias —dijo ella con la mirada baja—, no tenías que hacer esto.
Desvió su vista del camino para mirar a la chica en el asiento del copiloto que miraba al frente con la mano apoyada en su mejilla recostada a la puerta del auto, sus pestañas eran largas sus labios provocativos era preciosa incluso sin una gota de maquillaje, y ese semblante de preocupación que traía.
—Si, bueno no estás bien, es decir tu resfriado...
—Si no te preocupes en explicar Yaten, yo entiendo.
Ambos dejaron de hablar el silencio volvió a reinar, Yaten miraba de vez en cuando a la chica con la esquina del ojo, tanto silencio le incomodaba.
—Sabes cuando dije que le contaría a Artemis de tu otro trabajo, de verdad no iba a contarle, no era mi intención que esto pasara.
—Entiendo —fue su respuesta no creyó en las palabras de Yaten, pero eso ya no tenía importancia ya Artemis lo sabía todo y como Mínako temía su reacción no fue la mejor, fue estúpida al creer que esto terminaría bien—. No vale la pena hablar de eso, en primer lugar ya no trabajo para él y en segundo lugar porque tampoco soy bailarina en resumen soy parte de la amplia cadena de desempleados en Nueva York y justo en enero un mes un poco complicado.
Rió con desgano ante sus palabras, quería ver la situación desde un lado menos trágico, pero hasta ahora no lograba verlo «Serena tenía razón no debí enamorarme de un hombre como Artemis, aunque uno no puede controlar sus sentimientos, pude guardar distancia y no dejar que siguiera creciendo este sentimiento». Suspiró melancólica recordando la conversación con su mejor amiga.
—Llegamos. —Dijo Yaten sacando a Mínako de su enjambre de pensamientos.
—¿Ah? —respondió la ex bailarina saliendo de sus lagunas sentimentales.
—Según la ubicación que me diste ya llegamos. —Repetia Yaten apagando el auto.
—Gracias, puedes irte no es necesario que te quedes.
—¿Segura no quieres...?
—No, no quiero darte molestias Yaten ya hiciste mucho por mi, es suficiente.
Quiso decirle que para él no era ninguna molestia ayudarle, aunque a último momento desistió de lo que iba a hacer, no sabía que era lo que le estaba motivando ayudarla, él no era un caballero ayudando a damiselas en peligro dicho por sus hermanos mayores, él era un patán y solo tenía como prioridad su trabajo.
—Para mi no es molestia esperarte.
Mínako le regaló una sonrisa al chico, este no dejaba de sorprenderla tuvo una pésima primera impresión de Yaten, pero ahora lo veía como algo más que el típico niño rico engreído y egocéntrico.
—Gracias, sabes no te pareces en nada al imbécil que conocí aquella noche en club.
—¿Y te gustaba más el imbécil? —cuestionó él con ironía.
Mínako negó sin abandonar su sonrisa y dijo:
—Me gusta más este Yaten, está bien puedes venir conmigo. —Dijo saliendo del auto para acto seguido cerrar la puerta.
Yaten hizo lo mismo alcanzó a la rubia de listón rojo, ambos llegaron a la entrada de una casa antigua.
—¿Segura que este es el lugar? —cuestionó Yaten subiendo el último escalón, miraba de un lado a otro inspeccionando el lugar.
—Si no te preocupes, este es un lindo vecindario a comparación de dónde yo vengo.
—¿Ah sí? —cuestiono exceptico tenía curiosidad por saber de dónde venía esa chica pues era obvio que no era común en apariencia y comportamiento a la mujer estadounidense promedio—, ¿Y cuál es tu vecindario chica ruda?
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La Doble Vida De Mínako.
РазноеArtemis Von Parker por motivos laborales abandona Alemania para iniciar de nuevo en Nueva York junto a su hija Diana de siete años, trás la perdida de su esposa, ve en otro país una nueva manera de comenzar de nuevo con su hija alejado, de todo a...