Hace una semana que había ocurrido lo del hospital, Andrew y Serena le pidieron descansar pero para ella esa tarea se había vuelto una tortura, más porque estos últimos días estaba sola en casa Andrew iba a trabajar y Serena a buscar empleo a pesar de la insistencia de Andrew en que mejor se quedara cuidando de ella. Aún así Serena insistió en buscar trabajo no sería una carga y vivir en Nueva York no era barato precisamente.
En su automático andar por el centro comercial llegó a una tienda de bebé, aún era muy pronto para pensar en ropa de bebé, aún no sabía si sería niño, o niña pero no podía dejar de ver esa preciosa ropita de bebé. De solo imaginar que en unos meses tendría una personita que vendría al mundo a cambiarlo todo la llenaba de ansias y emoción.
Entró a la tienda maravillada con cada cosa que veia, Minako llegó al área de cunas, su corazón comenzó a latir acelerado una cuna en especial llamó su atención, de un azul cielo con detalles en blanco caminaba hasta detenerse en el móvil, de este colgaban unas tiernas figuras de planetas y un pequeño astronauta de felpa algunas estrellas y por último un pequeño cohete también del mismo material que el astronauta.
—Me pregunto cómo serás —dijo para si misma—. Me da mucha curiosidad saber a quien te vas a parecer ¿A mí o a tu papá? Solo no seas tan gruñón como el refri —rió imaginando como sería su bebé — si heredas su carácter de alemán amargado serás una pequeña, o pequeño muy temperamental, aunque por otro lado si naces con los ojos de Artemis serás un recordatorio permanente de como caía como tonta en ese par de preciosos lagos verdes.
Su buen humor había desaparecido, quería dejar de pensar en Artemis ¿Pero como hacer eso? Aunque quisiera jamás podría hacerlo y menos ahora que tendría un recuerdo de él para toda su vida; la idea de contarle que sería padre rondaba en su cabeza aunque se retractaba en cuanto la cordura llegaba a ella de nuevo recordando todo los contras de tomar esa decisión.
Caminó otras cunas también llamaron su atención, pensó que si no salía de ahí terminaría gastando en algo que no necesitaba, sacó el celular pues este no dejaba de vibrar en su bolsa, era un texto de Molly.
Lo abrió extrañada pues tenia muchos mensajes de su amiga y ex compañera de trabajo en la mansión Von Parker.
(Hola hace mucho no hablamos).
No sabía que responder a ese texto, se sintió mal Molly fue muy buena con ella mientras trabajaron juntas en la mansión. Y desde que dejó de trabajar como niñera con el único que no cortó relación fue con Andrew y eso porque vivía en su casa.
(Estoy bien Molly espero nos podamos ver pronto y tener una charla de amigas mientras compartimos un café).
Luego de responder aquel texto siguió su camino, un minuto después el celular volvió a sonar pero no respondió unos brazos se aferraron a sus piernas, al mirar abajo una cabeza perlada era lo que alcanzó a distinguir.
—Luna —susurraba la pelinegra en un hilo de voz estaba sin palabras no sabía que hacer o decir se agachó a la altura de la pequeña ojiceleste—. ¿Qué haces aquí pequeña?, ¿estás solita...?
—No está sola.
Al escuchar esa voz masculina la rubia de liston alzó su rostro encontrándose con un par de ojos verdes que le miraban con frialdad.
—Te dije que era ella papi, yo tenía razón era Mina, te dije que la vi salir de la tienda de cosas de bebé. —Hablaba la niña emocionada al saber que estaba en lo cierto.
—Y yo te dije que no salieras corriendo así pudiste perderte, o tropezarte con alguien al salir corriendo así. —Retó el albino a la pequeña que aún seguía con sus manitas en los hombros de Minako casi abrazándola.
ESTÁS LEYENDO
La Doble Vida De Mínako.
De TodoArtemis Von Parker por motivos laborales abandona Alemania para iniciar de nuevo en Nueva York junto a su hija Diana de siete años, trás la perdida de su esposa, ve en otro país una nueva manera de comenzar de nuevo con su hija alejado, de todo a...