Katherine Jones, joven agente de la SSR durante la Segunda Guerra Mundial, es elegida para formar parte del proyecto que dará vida al mejor soldado del mundo, quien podría cambiar el curso de la guerra. Pero no todo saldrá como ha sido planeado. Amo...
La misión en el puente había sido un completo fracaso, y sabía que sería castigado por ello, pero ella estaba allí.
La chica.
La chica que seguía viendo en el fondo de su mente.
¿Quién era? No lo sabía, pero había algo en ella que le resultaba familiar.
La forma en que le miraba, como si le conociera. Y la forma en que le había llamado por ese nombre... ¿Era ese su nombre? Hacía mucho tiempo que no tenía nombre.
Intentó recordarla, pero todo estaba borroso.
El sonido de unos pasos le sacó de sus pensamientos.
Un hombre entró en la habitación, seguido de un grupo de guardias armados.
El hombre preguntó algo a uno de los agentes que lo habían estado observando, luego acercó una silla y se sentó frente a él.
No hizo contacto visual, nunca lo hacía.
-La misión de hoy ha sido un fracaso -dijo el hombre.
No contestó.
-Tenías un trabajo que hacer -continuó el hombre al ver que no respondía-. Y has fracasado.
Levantó la cabeza, miró al hombre y, sin previo aviso, éste le asestó un puñetazo en la cara.
Se quedó quieto un momento y luego volvió a mirarle.
-La gente del puente -dijo, con cuidado. Sabía que no podía hablar a menos que se lo pidieran, pero necesitaba saber: -¿Quiénes eran?
El hombre no contestó, permaneció quieto, en completo silencio. Al cabo de unos segundos contestó.
-Al hombre lo conociste en otra misión esta semana -dijo el hombre, mirándolo a los ojos,
-¿Y a la chica? -preguntó, temiendo lo que pudiera pasar si seguía hablando.
El hombre tomó aire.
-Es la primera vez que la conoces.
Intentó volver a su memoria, buscar a la chica, tenía que haber algo, pero todo lo que veía eran fracciones de recuerdos, ecos de risas.
-No -respondió-, la conocía.
Todos se quedaron callados, nadie dijo nada.
-No, no la conoces -dijo el hombre-, es sólo otra misión.
-Pero yo...
No terminó la frase, otro puñetazo en la cara. Esta vez se quedó quieto un rato, la cabeza le daba vueltas, no sabía qué era real y qué falso, sabía que llevaban tiempo jugando con su mente, pero esto... ella... ella... se sentía diferente, se sentía real.
Miró al hombre.
-Pero yo la conocía -dijo, había tristeza en su voz.
El hombre le devolvió la mirada, luego miró al grupo de agentes y a un par de médicos, que estaban a cargo del activo, y luego de nuevo a él.
-Borra sus recuerdos -dijo el hombre.
Bajó la mirada, desesperado. Sabía lo que significaba. Llevaban años haciéndolo. Al principio luchó, pero se cansó, perdió toda esperanza y un día se rindió.
Quería luchar, pero ¿para qué? No tenía nada por lo que luchar, nadie que se preocupara por él. Estaba solo en el mundo.
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