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-Natasha-

Siento mi corazón latir como el de un pequeño rato mientras que en mis oídos hay un solo sonido aturdidor, parpadeo un par de veces intentando enfocar mi vista en lo que está pasando a mi alrededor, inhalando con fuerza mientras me sujeto de las agarraderas de mis lados para poder apagar la máquina, mirando la pequeña pantalla frente a mi que me indica mi exceso de ejercicio de esta noche antes de que me baje de ella, tomando la pequeña toalla que había dejado a mi lado junto a mi botella de agua para salir del lugar.

Pidiéndole a la inteligencia de la casa que apague las luces de aquel lugar mientras yo me dirijo a las escaleras de mi hogar, subiéndolas con calma hasta la solitaria y silenciosa segunda planta como siempre lo está la gran casa cuando mi hija no está aquí, quitando los audífonos de mi orejas para dejarlos en el mueble a un lado de la puerta de mi habitación cuando llegó a esta, caminando por el lugar mientras me voy quitando las prendas bañadas en sudor de mi cuerpo para poder meterme a la ducha y relajar mis músculos tensos.

Disfrutando así de otra noche relajante en mi hogar como lo hago desde que salí de aquel lugar en el que me ayudaron a cambiar para ser una persona mejor para mi familia.

Hola amiguito, tienes hambre. -pregunte entrando a la cocina.

Acercándome al viejo Samoyedo que estaba sentado esperándome a un lado de su plato.

Lo sé, lo lamento amigo creí que Taylor te había dado de comer antes de ir a aquella fiesta con sus amigos. -me acerque para tomar su tazón con su nombre.

Escuchando un resoplido de su parte mientras me seguía hasta la barra para preparar su comida sentándose a un lado de mis piernas mirando cada uno de mis movimientos.

Con este perro entendí la teoría de que todo se parece a su dueño por su parecido con Tay.

Pero aun así lo amo tanto como lo hago con mi pequeña aunque ya no lo sea tanto.

Aquí tienes, justo lo que te gusta comer. -rei poniendo el tazón en su lugar.

Alejándome de él para ir a la alacena del lugar y tomar un par de snacks de esta así como una soda del refrigerador antes de dirigirme a la sala de estar para mirar alguna película.

Esta noche tenía una cita con mi delicioso sofá reclinable que había comprado hace poco.

Bien, esa película se ve bastante... interesante. -suspiré al escuchar mi teléfono sonar.

Dejando de lado el tazón de papas que tenía en mi regazo para tomar el aparato a mi lado.

Tony será mejor que tengas una buena razón para llamarme tan tarde y arruinar mi noche de películas en tranquilidad. -gruñí poniendo la película en la pantalla.

Natasha. -lo escuche llamarme al otro lado.

No, soy la virgen María. - murmuré tomando una papa del tazón.

Que graciosa rubia falsa, te estoy hablando en serio. -gruño el castaño con fastidio.

Tranquilo, no pierdas la paciencia y dime que deseas. -sujete el teléfono con mi hombro.

Acercándome al reposabrazos del sofá para tomar la soda en ese lugar y poder destaparla.

Natasha, los niños están en el hospital, necesito que vengas. -lo escuche suspirar.

Dejando que el teléfono cayera de mi hombro al igual que la soda al suelo limpio del lugar.

Natasha... Natasha me estás escuchando. -escuche la voz del castaño en la bocina.

𝐌𝐨𝐫𝐚𝐥 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐲 ( 𝐆!𝐏)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora