-Chiara-
¿Alguna vez has sentido la sensación de que vas a morir?
Por que yo sentía todos los días esa sensación, sintiendo como mi ritmo cardiaco se aceleraba a cada segundo que pasaba o como disminuye hasta que sentía como un solo pitido inundaba mis oídos, cuando mis oídos se tapan y mi respiración se volvía tan lenta y esforzada que mi rostro se ponía completamente morado del esfuerzo.
No puedo decir que era una sensación de estar muriendo, más bien tal vez sí estaba muriendo cuando todo aquello me pasaba.
Pero al final yo iba a morir.
Claro que iba a morir, moriría lejos de mi familia y sería desechada a la basura como algo inservible, como un objeto en el que me convertí desde el primer día que llegué aquí.
Eso era lo que se repetía en mi cabeza una y otras vez cada que uno de aquellos hombres pagaba la tarifa por tener mi cuerpo a su merced, sintiendolos jugar con mi cuerpo ya frágil y cansado de repetir lo mismo todos los dias como si yo fuera un objeto de colección dentro de una caja por el que pagaban por solo tenerlo entre sus manos unos instantes.
Un objeto con el que tanto jugaban aquellos monstruos salvajes que ya podía sentir como estaba a dos de que las grietas en mi piel se reventaran para hacerme trizas.
Pero de entre todos aquellos que me utilizaron, ninguno era como aquel hombre de traje.
Aquel hombre que desde la esquina de la cama me veía con una sonrisa perversa sobre sus labios bebiendo sorbos de su vaso de whisky que sujeta sobre su mano manchada de mi sangre, viendo como mi débil cuerpo sufría espasmos sobre la cama de su habitación, espasmos que mi cuerpo tenía sabiendo que estábamos a nada de perder la conciencia por la falta de oxígeno por su cinturón alrededor de mi cuello cortándome la respiración.
Haciéndome rezarle a cualquier santo que me escuchara para que me diera misericordia.
Resiste mi pequeña muñeca cabello de cereza y piel de porcelana, si resiste solo un poco más tu lindo papi te dará un gran premio por ser tan buena…
Esas eran las palabras que siempre me decía cuando estaba por perder la conciencia, cuando al cerrar los ojos sabía que él me tenía a su completa merced y después despertaba en la misma habitación, bañada y cambiada con un pijama decente que cubriera todas sus marcas por que siempre me hacía fingir ser alguien que yo no era nada en su vida.
Una mentira que les hacía creer a todas las muñecas que había comprado hasta romperlas.
Caminando siempre de su brazo en los eventos importantes, fingiendo que no me tenía a su lado en contra de mi voluntad y que incluso si yo intentaba escapar lejos de él me iría mucho peor, que con solo dar un solo paso fuera de su propiedad sin su consentimiento estaría firmando mi sentencia de muerte y cavando mi propia fosa para ser desechada.
Una fosa común sin ningún nombre donde yo sabía que terminaría sin ser reconocida.
Muñeca te hice las compras. -sonrió como siempre entrando a mi habitación.
Viéndolo desde la cama en silencio mientras él se aseguraba que mi cadena estuviera bien.
¿Cómo se dice muñequita? -sonrio acercandose a mi en mi cama.
Sintiendo como un gran nudo se formaba en mi garganta adolorida de la noche anterior.
Gracias papi. -susurre viéndolo a los ojos.
Viendo su sonrisa felina crecer aún más antes de subir su mano acariciando mi cabello.
Perfecto, iré a acomodar tus cositas al baño y a tu closet. -me dio un beso en el cabello.
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𝐌𝐨𝐫𝐚𝐥 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐲 ( 𝐆!𝐏)
Hayran KurguWanda Maximoff era una chica que venía de un mundo totalmente diferente donde ella no era la propietaria de sus propias decisiones, Natasha Romanoff era todo lo contrario a la castaña enrgandose de enseñarle que el mundo que conocía era totalmente d...