-Natasha-
Ha pasado una semana desde que Chiara y Mia se fueron para el funeral de aquella amiga de Mia que falleció, una semana entera en la que nuestras pequeñas nietas se han quedado en casa y yo solo me he dado cuenta de algo que me deja sorprendida todos los días que he pasado a un lado de nuestras nietas compartiendo agradables momentos.
Y eso es que nuestra manera de criar no es para nada como la de mi hija y su esposa.
¡Abuelita! -Evangeline corrió hasta mí saliendo del preescolar.
Mi pequeña luciérnaga, ¿Que tal te fue hoy en la escuela?. - la tomé en mis brazos.
Bien, me fue muy bien. -sonrió la pequeña besando mi mejilla.
Riéndome mientras alargaba el beso antes de ver salir a Sabrina también que pasó por mi lado con la mirada abajo para ir directo a la camioneta donde Larissa nos esperaba.
Sabrina era la que más extrañaba a sus mamás todos los días y me preguntaba por ellas.
Bien, vamos a casa que la abuela Wanda les hizo algo delicioso de comer. -sonreí caminando hacia el auto con Evangeline en mis brazos.
Subiéndola en su asiento para niños, asegurándome que las tres niñas estuvieran bien atados sus cinturones de seguridad antes de manejar de vuelta a la casa, pasando todo el camino cantando canciones junto a Larissa y a Evangeline mientras Sabrina solo veía por la ventana en silencio aferrada a su conejito de felpa ya algo viejo y bastante deteriorado.
Pero no podíamos quitárselo porque era el amigo de seguridad de nuestra nieta.
Era el único recuerdo que su madre le había dejado antes de morir.
Mis lindas niñas, ¿Que tal les fue en el preescolar? -sonrió mi esposa recibiéndolas.
¡Bien! -contestaron Larissa y Evangeline corriendo a sus brazos.
Viendo a mi esposa abrazarlas con fuerza antes de dejarlas entrar a casa para que se lavaran las manos antes de comer, mientras que por otro lado Sabrina solo se quedaba a mi lado sujetada a mi pantalón con su pequeño puño escondida de Wanda.
¿Pero qué ven mis ojos avejentados?, ¿Acaso ese es mi pequeño conejito travieso? -sonrió acercándose con pasos lentos hacia nosotras.
Sintiendo a la pequeña Sabrina esconderse tras de mí mirando a mi esposa por la orilla.
¿No es un buen día, mi cielo? -Wanda la miro cuando sacó su tarjeta azul.
Sintiendo a la pequeña negar contra mi pierna antes de volver a esconderse tras de mí.
Recibiendo una mirada de mi esposa algo cabizbaja que me hizo encogerme de hombros.
Debo ir al estudio por unos momentos para arreglar unas cosas con Tony sobre algunas canciones, tal vez si la llevo conmigo se sienta mejor. -acaricie el rostro de mi esposa.
Está bien amor, yo me encargo de las niñas y de que hagan sus tareas antes de que Alek venga a cuidarlas cuando yo me vaya al trabajo. Pero por favor ... solo por favor intenta que coma algo, porque lleva toda la semana solo comiendo muy poquito y no quisiera que se enfermara ahora que no están sus mamás. -mi esposa me miró con preocupación.
No te preocupes bonita, yo me encargo de eso. -deje un beso en sus labios.
Tomando la mano de mi nieta para caminar a mi auto, viéndola despedirse de Wanda con su mano libre antes de subir conmigo para que la pusiera en su asiento para niños.
Manejando en silencio escuchando la radio de mi auto, mientras que de vez en cuando la veía por el espejo retrovisor a mi nieta que miraba por la ventana moviendo sus piecitos al ritmo de la música de la radio, haciéndome sentir mas tranquila viendo como ya no se veía tan triste como esta mañana cuando Wanda las llevó a la escuela, manejando solo por unos momentos más antes de detenerme fuera del estudio para entrar a arreglar mis asuntos, bajando junto a su mochila para entrar al lugar donde subía saltando las escaleras.
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𝐌𝐨𝐫𝐚𝐥 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐲 ( 𝐆!𝐏)
FanfictionWanda Maximoff era una chica que venía de un mundo totalmente diferente donde ella no era la propietaria de sus propias decisiones, Natasha Romanoff era todo lo contrario a la castaña enrgandose de enseñarle que el mundo que conocía era totalmente d...